Hoy en día la pedanía del Palmar de Troya, a pocos kilómetros de Utrera y no muy lejos de Sevilla, vive tranquila a la sombra de la basílica a medio construir y bien fortificada que se encuentra a la salida del pueblo. En la finca de la Alcaparrosa en la que se alzan las torres incompletas de los 12 apóstoles con vigas a la vista, 4 niñas afirmaron ver a la Virgen el 30 de marzo de 1968, el número de videntes iría creciendo a medida que pasaba el verano hasta que Clemente Domínguez monopolizaría la interpretación de los mensajes apocalípticos de aquellas apariciones desde 1969.
Llegarían entonces la donaciones multimillonarias, las peregrinaciones más insospechadas o la fundación de los carmelitas de la Santa Faz que derivarían en una iglesia cismática con todos los componentes de una secta y con un antipapa en furgoneta viajando por toda España hasta que un accidente le deja ciego.
Vuelta a los orígenes
Este es el periplo de la historia palmariana que se narra en el primer capítulo de una nueva serie documental en 4 capítulo de Movistar. Con imágenes de archivo, sonidos del momento, recreaciones en ficción y los testimonios de quienes vivieron todo el surgimiento de la nueva jerarquía eclesiástica en primera línea. Un obispo del Palmar de origen francés, periodistas de la época, el huido papa Ginés (y señora) y estudiosos como el experto en sectas Luis Santamaría construyen un relato en que se pone de manifiesto el texto y el contexto de lo sucedido en torno a la Alcaparrosa.
Frente a producciones similares sobre las apariciones y el constructo montado por Clemente –especialmente interesantes algunos trabajos de Canal Sur o, más reciente, uno de los espacios de ‘Equipo de Investigación’–, este documental en 4 capítulos dirigido por Israel del Santo (100 Balas –Mediapro Studio– y 93 Metros) aporta una narrativa renovada que no cae ni en el pietismo más rancio ni en la caricatura fácil de lo que fue y lo que es la Iglesia Palamariana y los Carmelitas de la Santa Faz.
Más allá del escándalo
Aunque las propiedades y fieles han mermado considerablemente, la Iglesia palmariana ha quedado como mera anécdota para la sociedad –con su propio cisma con un chalet de Archidona como Vaticano particular–. Hasta que en 2018, el papa que sucedió a Manuel Alonso –segundo papa palmariano tras Clemente–, Ginés se fugó con una mujer y destapó algunas irregularidades económicas y directivas abusivas del grupúsculo que ya se concentraba en la pedanía hispalense.
Es inaudito descubrir los testimonios de quienes fueron fascinados por Clemente o descubrir las relaciones de la propuesta palmariana con el tradicionalismo católico del seminario de Lefebvre en Ecône o del régimen franquista. Al rememorar la vida –y abusos– de las religiosas y fieles en El Palmar, el documental se transforma en un permanente recordatorio de que la sociedad tiene una cuenta pendiente con las víctimas de esta secta. ¿No hemos mirado quizá demasiado para otro lado?
