Durante catorce años, Minerva Piquero fue ‘la chica del tiempo’ en Antena 3. Un espacio imprescindible, hoy, en cualquier informativo, pero que a finales de los 80 y los 90 marcó un hito en televisión, acostumbrados a que ese tipo de noticias las dieran señores terriblemente serios. Ahora vuelve, después de años alejada de las cámaras con una novela, Nacida libre (Ed. Alfar), en la que el erotismo, las emociones, el amor y el desamor, dan visibilidad a dos mujeres que buscan la libertad.
PREGUNTA.- ¿Por qué escribir una novela erótica?
RESPUESTA.- ¡No es una novela erótica! Se habla de sexo en cuatro capítulos y la novela tiene 27… y las escenas eróticas no son en absoluto gratuitas. Forman parte esencial de la trama porque ayudan a entender al personaje y su evolución personal. Ahora, escribir estas escenas desde la verdad cruda, la naturalidad, sin tapujos ni auto censura, ha llamado mucho la atención, porque sigue siendo un tabú, especialmente cuando se trata de sexo femenino.
P.- En el libro también hay amor…
R.- Hablo de amor pleno. Mis personajes analizan el amor y la importancia que tiene en sus vidas, pero no solo el amor romántico, sino, y muy especialmente, el amor entre amigas. El amor puro que te hace crecer y sentirte plena.
P.- Una de las protagonistas es una mujer de 38 años que lleva toda la vida con el mismo hombre, pero la relación se termina y no puede evitar sentirse culpable, humillada…
R.- Sin una relación estable, a determinada edad y tras haber invertido 20 años en la misma pareja, se considera un fracaso. La soledad no elegida siempre es un fracaso. La desesperación por combatir este fracaso no te permite escoger de manera racional. Te gobierna la tristeza, la desolación, el miedo y destruye la autoestima. Este viaje personal te obliga a la reinvención.
P.- ¿Y ahora se vive sin tantos convencionalismos?
R.- Tengo una hija de 20 años y me relaciono con su círculo. Todos, al igual que nosotros hace 30 años, anhelan amar y sentirse amados. El suelo firme y cálido que te ofrece el saberte acompañado. No son tan distintos. Tienen menos prejuicios pero más miedos e inseguridades. La sobreexposición les ha robado libertad. (…)
