El Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) cumple cien años con el fruto generado por los cerca de 120 misioneros que hoy están presentes en 13 países de los cinco continentes. “Somos una institución de sacerdotes diocesanos asociados para la misión ad gentes”, subrayó Luis Angel Plaza, director general del IEME, durante la presentación de este centenario.
La entidad nació como respuesta a la petición lanzada por el papa Benedicto XV al entonces obispo de Burgos, Juan Benlloch, en el que le instaba a promover la formación de futuros candidatos para la misión universal. A partir de ahí, se abrió un seminario misionero en la ciudad donde se acogió a futuros misioneros de toda España.
“Fue un cambio muy fuerte, porque hasta ese momento solo iban a las misiones las congregaciones religiosas”, recordó Plaza, convencido de que el carisma que brotó en 1920 sigue de permanente actualidad de la mano del pontificado de Francisco: “Si nosotros como Iglesia nos quedamos parados, nos ahogamos. Y el Papa nos invita a salir. A mí sigue sorprendiendo el entusiasmos de todos los sacerdotes del IEME repartidos por el mundo”.
“No queremos que este año sea un tiempo de culto al IEME, sino verdaderamente una celebración que invite y promueva la animación misionera”, comentó. Así, Madrid y Burgos concentrarán las actividades principales de este aniversario. Por ejemplo, el próximo 21 de febrero, el aula magna del Seminario Conciliar de Madrid acogerá una conferencia del misionólogo Eloy Bueno de la Fuente.
También están preparando un musical y una exposición itinerante en la que repasarán distintos hitos históricos del IEME, entre ellos, los inicios en Colombia, los más de 400 presbíteros vinculados a la entidad y el asesinato de tres misioneros pertenecientes al instituto. En esta misma línea, han organizado algunas vigilias diocesanas, así como una iniciativa de oración en cadena con la colaboración de diferentes conventos de vida contemplativa.
Por su parte, el responsable de comunicación del IEME y misionero en Zimbabwue, Carmelo Pérez, reflexionó sobre la necesidad de un relevo en la misión: “Somos una pequeña familia, hay pequeñas realidades muy estimulantes, pero también constato una inapetencia ante el tema de la misión, no hay un gran ambiente misionero”. “Ya no hay esas masas de antes, pero hay una realidad nueva con muchas posibilidades”, completó Plaza.