La gira del ladrón confeso de la Pachamama sacando pecho por su hazaña ha encontrado un veto en una parroquia de Alemania. El autodenominado activista Alexander Tschugguel, que robó la Pachamama de la iglesia de Santa Maria in Traspontina de Roma durante el Sínodo para la Amazonía y luego la tiró al río Tíber, debería haber dado una charla en la parroquia San Gertrud Herzogenrath, de la diócesis de Aquisgrán, pero el acto fue cancelado y tuvo que dar cuenta de su proeza en un restaurante.
La diócesis alemana se vio obligada a cancelar el acto ante la preocupación por que “la reunión planificada podría perturbar a los creyentes, difamar al Papa y contribuir a la división de la Iglesia”, mantuvo el padre Guido Rodheudt, según recoge Katholisch.de.
La parroquia de Herzogenrather realiza cada lunes una conferencia, en la que habían tenido a bien invitar a Tschugguel. Pero las críticas al acto han surtido efecto en esta ocasión. La organización católica Misereor condenó el evento, puesto que es “una expresión de intolerancia cultural y religiosa”. Si bien no condenan las opiniones diferentes, “intentar destruir brutalmente símbolos significativos de otros es una expresión de odio y hostilidad hacia otros que no aceptamos por nuestra comprensión del Evangelio”.
Esta conferencia es solo una más de las ofrecidas por el ladrón confeso. Primero se abrió paso por Estados Unidos, donde ha dado a conocer su recién creado Instituto San Bonifacio, una organización “para acabar con el paganismo dentro de la Iglesia” y que pretende, además, “desde el corazón de Europa”, reunir “a todos aquellos que no quieren inclinarse ante la Madre Tierra”. Y donde confirmó que un sacerdote austríaco le dijo que era “su deber” llevar a cabo el robo.
La última vez que se le vio en un acto público fue durante la oración en silencio frente a la Iglesia Teatina de Múnich para pedir al papa Francisco y a los obispos alemanes “claridad y coherencia” y el fin del “engaño”. El acto, al que apenas acudieron un centenar de los 1,7 millones de católicos archidiocesanos, fue organizado –con el amparo de varios medios católicos estadounidenses– por Acies Ordinata, “la coalición internacional de católicos fieles a la Tradición de la Iglesia”, como ellos mismos se denominan. Una resistencia visualmente efectista pero difícilmente representativa.
Entre la universalidad de creyentes, contaron también con el apoyo y la presencia del arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio en Estados Unidos que pidió la renuncia de Francisco acusándole de ser cómplice de McCarrick.