Esta es la oración con la que el papa Francisco concluye su exhortación postsinodal ‘Querida Amazonía’

Unos niños indígenas observan el río Amazonas desde Perú archivo

“Después de compartir algunos sueños, aliento a todos a avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonía y liberarla de los males que la aquejan”. De esta manera concluye su exhortación postsinodal ‘Querida Amazonía’ el papa Francisco.



El Papa reza en el último punto de su texto –el número 111–. “Ahora levantemos la mirada a María. La Madre que Cristo nos dejó, aunque es la única Madre de todos, se manifiesta en la Amazonia de distintas maneras. Sabemos que ‘los indígenas se encuentran vitalmente con Jesucristo por muchas vías; pero el camino mariano ha contribuido más a este encuentro’. Ante la maravilla de la Amazonía, que hemos descubierto cada vez mejor en la preparación y en el desarrollo del Sínodo, creo que lo mejor es culminar esta exhortación dirigiéndonos a ella”.

Madre de la vida,

en tu seno materno se fue formando Jesús,

que es el Señor de todo lo que existe.

Resucitado, Él te transformó con su luz

y te hizo reina de toda la creación.

Por eso te pedimos que reines, María,

en el corazón palpitante de la Amazonia.

 

Muéstrate como madre de todas las creaturas,

en la belleza de las flores, de los ríos,

del gran río que la atraviesa

y de todo lo que vibra en sus selvas.

Cuida con tu cariño esa explosión de hermosura.

 

Pide a Jesús que derrame todo su amor

en los hombres y en las mujeres que allí habitan,

para que sepan admirarla y cuidarla.

 

Haz nacer a tu hijo en sus corazones

para que Él brille en la Amazonia,

en sus pueblos y en sus culturas,

con la luz de su Palabra, con el consuelo de su amor,

con su mensaje de fraternidad y de justicia.

Que en cada Eucaristía

se eleve también tanta maravilla

para la gloria del Padre.

 

Madre, mira a los pobres de la Amazonia,

porque su hogar está siendo destruido

por intereses mezquinos.

¡Cuánto dolor y cuánta miseria,

cuánto abandono y cuánto atropello

en esta tierra bendita,

desbordante de vida!

 

Toca la sensibilidad de los poderosos

porque aunque sentimos que ya es tarde

nos llamas a salvar

lo que todavía vive.

 

Madre del corazón traspasado

que sufres en tus hijos ultrajados

y en la naturaleza herida,

reina tú en la Amazonia

junto con tu hijo.

Reina para que nadie más se sienta dueño

de la obra de Dios.

 

En ti confiamos, Madre de la vida,

no nos abandones

en esta hora oscura.

Amén.

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