“El burro de don Fausto”, un libro para levantar la mirada más allá de lo cotidiano

  • Esta obra escrita por el padre José de Jesús Gutiérrez surge en medio de un ambiente saturado de información, ruido y “fake news” que intentan confundir a las personas
  • “Hacer entender a un necio es como hacer chiflar a un burro, pero puede que el burro chifle, y el necio no entienda. Eso decía mi abuelo”: padre Chuy

“El burro de don Fausto”, un libro para levantar la mirada más allá de lo cotidiano

Tradicionalmente, el burro es un animal con el que se hace alusión a una persona ignorante; esta asociación se debe a que el burro suele no responder a ningún estímulo que le venga de sus maltratadores; pero hay un burro que no solamente responde a cualquier provocación, sino que además es sabio. Es “El burro de don Fausto.



Editada por PPC, esta obra tiene como protagonistas a un burro y a su dueño, y como finalidad, enseñar a los lectores las “verdades básicas” de la vida, como explica para Vida Nueva el autor, el padre José de Jesús Gutiérrez, de la Diócesis de Tehuantepec, Oaxaca.

La obra surge –explica el también vocero de esa diócesis mexicana– en medio de un ambiente saturado de información, ruido y demasiadas reflexiones con las “fake news” y la posverdad que intentan confundir a las personas.

Pero el sacerdote no quería ofrecer un libro “pesado de sociología”, sino algo sencillo, y entonces hizo un viaje a su infancia, al ambiente de campo donde nació, donde el lenguaje de las personas, basado muchas veces en dichos populares, es sencillo, pero claro, directo, sin rodeos.

Historias que conducen al encuentro con Dios

“El libro trata de un campesino que va y viene a la ciudad, y en el diálogo con su burro, el animal reflexiona sobre diferentes aspectos de la vida, sobre las trampas de la mente. Santa Teresa de Ávila decía: ‘la loca de la casa es la cabeza’”, explica José de Jesús Gutiérrez.

A lo largo de la obra, el sacerdote retoma el contexto en el que vive actualmente la sociedad mexicana, y ofrece en la figura de los protagonistas algunas ideas básicas que buscan responder a las preguntas fundamentales, existenciales del ser humano, que –afirma– siempre son las mismas.

“Los filósofos y pensadores han dicho cosas a su manera, pero cada uno de nosotros necesita sacar sus propias conclusiones para darle sentido a su existencia, porque en medio de tanta confusión, es necesario ese proceso de interiorización, de síntesis”.

Son más de 80 historias las que se cuentan en el libro, y cada una “va conduciendo al encuentro con Dios” –dice el sacerdote– a partir de lo que el papa Francisco ha explicado sobre el cuidado de los pobres, de los enfermos, de la naturaleza y de la relación con Dios, así como del manejo de los sentimientos y emociones.

El Burro De Don Fausto

El abandono y la deslealtad

Para el autor, conocido en México como el “Padre Chuy”, uno de los capítulos más interesantes de la obra es la parte trágica, donde don Fausto abandona a su burro. “Esta parte del libro refleja claramente la realidad que estamos viviendo, pues al burro que ayudó, acompañó y le fue leal a su dueño, al final se ve solo”.

“En el libro, el que es abandonado es el burro, pero en la realidad es el abandono del padre, madre, hermano, amigo, la pareja. A esto se refiere el papa Francisco con la cultura del descarte, la cultura de la muerte, donde al ser humano se le trata como cualquier objeto. Esto nos está llevando a todos a sentirnos basura y a hacer sentir a los demás basura”, añadió.

Al tocar este tema, el sacerdote ha querido hacer entender a los lectores que el abandono, la deslealtad, la ingratitud y la traición es lo peor que puede hacer el ser humano consigo mismo y con los demás.

Las verdades básicas

Al referirse a los valores que se abordan en el libro, el padre Chuy explica que son varios, pero destacó principalmente la comunicación, pues “se nos está olvidando el encuentro con el otro, el cruce de miradas, el escucharlo, comprenderlo, el trascender con él”.

Y el burro de don Fausto es un ejemplo de lo que se debe hacer: “lo ayuda a levantar la mirada más allá de lo cotidiano. Mi abuelo decía: ‘Hacer entender a un necio es como hacer chiflar a un burro, pero puede que el burro chifle, y el necio no entienda’”.

Para el sacerdote, la obra constituye una gran herramienta para una sociedad que vive lamentándose, sufriendo, atrapada en la confusión, pero que a la vez no hace el esfuerzo por entender: “Es lo que Jesús, en el evangelio, le decía a los fariseos: ‘ustedes oyen, ven pero no quieren entender ni con el corazón ni con la cabeza’”. Es decir, somos necios y no nos atrevemos a salir aunque sabemos donde está el amor, la verdad y la alegría, donde está Dios”.

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