Francisco en su día condenó el gesto de tirar las imágenes de la Pachamama que los indígenas habían llevado a Roma durante el sínodo e incluso comenzó la sesión de la tarde del 25 de octubre de 2019 diciendo expresamente: “Pido disculpas a quienes se han sentido ofendidos por el robo y el lanzamiento al Tíber de las estatuillas amazónicas”. Ahora, en el texto de la exhortación apostólica ‘Querida Amazonía’, Francisco reitera su pensamiento y zanja la cuestión ante los más integristas afirmando que “es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría”.
Proceso de purificación
En el número 79 de documento, argumenta que “un mito cargado de sentido espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error pagano. Algunas fiestas religiosas contienen un significado sagrado y son espacios de reencuentro y de fraternidad, aunque se requiera un lento proceso de purificación o de maduración”, señala.
Para Francisco, “un misionero de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada”, apunta, sin necesidad de hablar de un rito propio amazónico.
Sale al paso, sin citarlo, de quienes aplaudieron el gesto reivindicado por el joven austriaco Alexander Tschugguel, que robó la figura durante el Sínodo de la Amazonía y la tiró al río Tiber. Una acción que ha encontrado la alabanza en diferentes medios integrista que han servido de altavoz al activista que justificó su acción como un un acto “valiente” y “simbólico”.