Los prelados se suman a sus reivindicaciones denuncian “la precariedad personal y familiar” del mundo rural
Los obispos de Extremadura reclaman “un precio justo al precio del trabajo de los agricultores”. Con estas palabras concluyen el comunicado elaborado por los obispos de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, que se solidarizan con los trabajadores del campo, cuyas dificultades siempre han sido “ignoradas o silenciadas”. De hecho, valoran “positivamente que la sociedad tome conciencia” de su realidad.
Los prelados se pronuncian en plena crisis del campo que se desató cuando a finales de enero a los agricultores de Don Benito se les impidió acceder a la feria Agroexpo para protestar ante el ministro de Agricultura, Luis Plana, por la agonía económica que atraviesa el sector. Las cargas policiales sufridas durante esa jornada convirtieron en mediática una reivindicación que ha provocado que durante ayer y hoy el Gobierno haya convocado diferentes reuniones de urgencia para buscar vías de salida.
Los pastores hacen un llamamiento para que “se atiendan especialmente las situaciones de precariedad personal y familiar”. De esta manera, conscientes de que no pueden ni deben ofrecer “propuestas técnicas” en tanto que “no son de su competencia”, plantean la cultura del encuentro auspiciada por el Papa Francisco, como una vía de solución.
De esta manera se posicionan tras una reunión ordinaria mantenida este miércoles en Cáceres, en la que han participado el arzobispo metropolitano Celso Morga, el administrador apostólico de Coria-Cáceres y obispo electo de Toledo, Francisco Cerro, y el obispo de Plasencia, José Luis Retana. Los prelados estuvieron acompañados por sus vicarios generales.
Así, invitan “a todos los actores implicados (administraciones públicas, asociaciones agrarias, sindicatos y particulares) a que se comprometan en un diálogo franco y constructivo en el que se reconozcan los legítimos derechos y aspiraciones de todas las partes”.
En esta misma línea, reclaman que “trabajen conjuntamente ante las autoridades regionales, nacionales y europeas en la defensa de soluciones justas para los trabajadores del campo de nuestra región”.
Lejos de mirar desde fuera el “tsunami” abierto en el campo de nuestro país, los obispos solicitan además a las comunidades cristianas que acompañen estos procesos sociales “con la oración confiada al Señor para que se abran a los agricultores extremeños nuevos horizontes de esperanza”.