“Se debe pedir perdón a la Iglesia universal y al Santo Padre por el acto cismático de tomar decisiones propias de una forma no autorizada, para plantear preguntas sobre las enseñanzas de la Iglesia y, por lo tanto, sobre la revelación como si uno nunca hubieran oído hablar del Vaticano II“. Con estas duras palabras se ha referido el cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al Sínodo de la Iglesia alemana en una entrevista con Kath.net, donde también ha hablado sobre la exhortación apostólica ‘Querida Amazonía’.
“Incluso teológicamente, el Camino sinodal en su composición no es capaz de lidiar con la situación general del cristianismo en un mundo secular y posmoderno”, ha apuntado Müller. Una situación ante la que “uno no debe darse la vuelta, sino alinearse con Cristo y contarles a los contemporáneos sobre el poder transformador y la verdad del evangelio y testificarlo con la vida desde la fe”.
Para Müller, ‘Querida Amazonía’ es una exhortación “llena de poder profético”, en la que se subraya la necesidad de “predicar el poder liberador del evangelio” y, por ello, no debería leerse “como un estudio neutral y académico”. “En ella el sucesor de Pedro llama a los católicos, cristianos de todas las denominaciones y personas de buena voluntad” a comprometerse con el desarrollo positivo de esta región amazónica. “El Papa no quiere alimentar los conflictos e intereses existentes, políticos, étnicos y dentro de la iglesia, sino superarlos”, ha subrayado.
En cuanto al celibato, Müller ha señalado que “está profundamente conectado con la naturaleza del sacerdocio”, porque “el sacerdote no es un funcionario religioso, sino el representante de Cristo, el novio de la Iglesia”. “El Vaticano II se basa en la afinidad interna del sacerdocio sacramental y la plena dedicación al servicio en el reino de Dios en la renuncia a la vida matrimonial”, ha defendido el cardenal. Y, por ello, considera que expresiones como “abrir” o “cerrar” son “de una lógica mundana que no puede entender el signo del estilo de vida célibe para el Nuevo Mundo en Cristo”.
Del mismo modo, defiende que usar la palabra “igualdad” para referirse al papel de las mujeres en la Iglesia es “una elección de palabras completamente incorrecta, que revela el enfoque teológico equivocado”. “Nuestra relación con Dios está determinada por su gracia y vocación libres y no por un reclamo legal”, ha subrayado.