Los católicos españoles de hoy gritan: “No somos actores de reparto en la Iglesia y en la sociedad”

  • La ponencia conclusiva del Congreso Nacional de Laicos 2020 llama a “activar diálogos con las sociedad civil” dentro de “una sociedad secularizada y plurirreligiosa”
  • Elaborado con las propuestas de los 2.000 congresistas, el auditorio aplaudió a las menciones al protagonismo de la mujer, los jóvenes y los migrantes
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Los católicos españoles de hoy gritan: “No somos actores de reparto en la Iglesia y en la

Los católicos españoles alzan la voz: “Nuestra vocación es una película de acción y los laicos somos los protagonistas, no somos actores de reparto”. Es uno de los gritos lanzados en la ponencia final del Congreso Nacional de Laicos 2020, que a lo largo de este fin de semana ha congregado a más de 2.000 personas enviado por sus realidades eclesiales en Madrid.



Siguiendo la metodología sinodal de Aparecida, el texto fue elaborado durante la noche del sábado al domingo, tras recoger las aportaciones de los grupos de reflexión en los que participaron los congresistas a lo largo del fin de semana. Se trata de una fórmula inédita en la Iglesia española hasta la fecha y que busca marcar un antes y un después en la manera de proceder desde los cuatro temas analizados en este foro: el primer anuncio, el acompañamiento, la formación y la presencia en la vida pública.

Corresponsabilidad

“Este Congreso comenzó en Pentecostés”, comenzaron motivando los responsables de presentar esta ponencia, la periodista malagueña Ana Medina y el obispo auxiliar de Barcelona, Toni Vadell. Con una naturalidad, gancho y un lenguaje cercano, directo y evangélico que no es habitual en los foros eclesiales, Medina y Vadell sellaron desde el escenario ese deseo de corresponsabilidad entre laicos y consagrados, pueblo y pastores.

Una puesta de largo que también huyó de proclamas clericales enrocadas y que eludió entrar al trapo de cuestiones electoralistas que en otros tiempos se utilizaban en estos foros públicos para arremeter contra el Gobierno de turno. Es decir, no hubo menciones implícitas o explícitas a la eutanasia, a la asignatura de religión o al IBI. No tocaba ni tenía sentido. El Congreso Nascional de Laicos no se ha detenido en el hecho y en lo circunstancial, sino en los procesos.

Promoción de foros

Así, la ponencia final afirma que “los laicos somos una parte fundamental del pueblo de Dios”. “No somos una cosa o la otra, sino discípulos misioneros, sin separaciones, sin divisiones, sin compartimentos estancos. Somos discípulos misioneros”, subraya el texto parafraseando una de las expresiones más habituales del papa Francisco.

El ponencia final insta a la Iglesia a “activar procesos de diálogo con la sociedad civil”. Para ello, se concreta en la puesta en marcha de “proyectos concretos, la promoción de foros y espacios de encuentro para los católicos comprometidos en el ámbito de la política puede ayudar eficazmente en la opción por la transformación de la realidad para la construcción del bien común”. En este sentido, no se obvia ni la necesidad de apostar por la promoción de la ecología integral.

Todos necesarios

El documento reclama la necesidad de desarrollar los cauces de participación y ministerialidad que recoge el Código Canónico desde la corresponsabilidad con los obispos, sacerdotes y consagrados: “Nadie puede quedar excluido, todos somos necesarios”. En esta misma línea de apertura, la ponencia final reconoce tanto la opción por el laicado asociado en movimientos y asociaciones, así como el laicado no asociado.

Pero esta reivindicación de los laicos no se hace con un acto de protesta ante el Episcopado, sino para hacer realidad el lema de este encuentro: “Pueblo de Dios en salida”. Desde ahí, el texto final del Congreso llama a salir a las periferias, desde el diálogo y el encuentro. “Queremos ser una Iglesia de puertas abiertas, atenta a los buscadores. Lo que nosotros podemos ofrecerles es estímulo, luz y aliento”, explica el texto, que se alinea con uno de los pilares del magisterio de Francisco: “la cercanía a los pobres y a los que sufren”.

Ser misión

“Hay una continuidad inseparable entre vocación, misión y santidad”, detalla también la ponencia final que hace una apuesta por “el discernimiento y la creatividad como fruto de la escucha del Espíritu”. “Si separamos la misión de nuestro ser nos destruiríamos”, apuntó Ana Media, que apostilló: “Estamos llamados a ser misión incluso entre aquellos que consideran que estamos locos de remate”.

La propia Ana Media hacía hincapié en la necesidad de promover “una Iglesia poliédrica, unidad en la diversidad, diversidad que es riqueza y que nos complementa”. “A veces nos preocupamos porque no nos quiten la silla y nos agarramos a ella. Pero el Señor no nos ama por la silla que ocupamos, sino por quién eres. Y solo desde ahí se reconoce la diversidad de la Iglesia, que no es cuestión de sillas”, añadió Vadell, que aclaró cómo “con nuestros carismas y nuestras manías, pero todos nos necesitamos para hacer posible la sinodalidad, para vivir en comunión”.

La parroquia como centro

Varias menciones expresas al documento final arrancaron los aplausos de los congresistas: el momento en el que Toni Vadell hizo un llamamiento a reforzar el protagonismo de las mujeres y de los jóvenes y la necesidad de tener en un primer plano a los migrantes. De la misma manera, también se reconoció con una ovación el papel “de la parroquia como un lugar central”.

“La Iglesia ya no es el centro de nuestra sociedad”, reconoció el prelado ante los asistentes, que recogía así otra de las tesis fundamentales del documento final del Congreso: reconocer que se enmarca en una “sociedad secularizada y plurireligiosa”, pero alejada de una mirada catastrofista.

Desde ahí, se hizo un llamamiento a crear “escuelas de evangelizadoras para que aprendamos a estar en medio de la sociedad, no solo con métodos y estrategias, sino con nuesrtra manera de estar”, relató Toni Vadell. También se solicitó una mayor formación en Doctrina Social de la Iglesia y en comunicación digital.

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