A los 77 años murió, en Santiago de Chile, el abogado José Zalaquett, quien dirigió el Departamento Legal del Comité de Cooperación para la Paz en Chile, creado en octubre de 1973 por el entonces arzobispo cardenal Raúl Silva Henríquez.
El llamado Comité Pro Paz se constituyó para la defensa de las personas perseguidas por la dictadura militar, instaurada en el país sólo 3 semanas antes. De carácter ecuménico, estaba integrado por iglesias cristianas y la comunidad judía, dirigido por una co-presidencia compartida por los obispos Fernando Ariztía, católico, y Helmut Frenz, luterano.
Su más intensa y voluminosa tarea la desarrolló el Departamento Legal dirigido por Zalaquett. Destacan las presentaciones de recursos de amparos por personas desaparecidas, la defensa de acusados en los consejos de guerra y las solicitudes de ministros en visitas ante crímenes cometidos por la policía secreta.
Derechos humanos
Este abogado dedicó su vida a los derechos humanos. Cuando el Gobierno Militar obligó a cerrar el Comité Pro Paz y el Cardenal Silva, en respuesta, creó la Vicaría de la Solidaridad, Zalaquett se sumó a Amnistía Internacional donde llegó a ser su Presidente mundial. Como reconocimiento a esta notable trayectoria, la Universidad jesuita Alberto Hurtado le entregó la medalla San Alberto Hurtado, como “Héroe de la Paz”.
Entrevistado por el portal iglesia.cl de la Conferencia Episcopal de Chile el año 2013, dijo que “las iglesias y en particular la Iglesia Católica, fueron las únicas entidades no oficiales que podían tener una voz independiente en el clima impuesto por el régimen militar. Ellas respondieron a un imperativo de solidaridad con los caídos y perseguidos y acogieron a todos quienes estuvieran dispuestos a colaborar en esta misión, creyentes o no”.
Luego, consultado por sus sentimientos en esa labor, expresó: “inicialmente mi motivación, como la de muchos, fue asistir a compañeros y a sus familias que se hallaban en grave peligro. En el curso de esa tarea, fuimos adquiriendo una ‘conciencia’ de que los derechos humanos son un valor universal del que todos los seres humanos son titulares”.
Al salir al exilio, en abril de 1976, en el aeropuerto entregó un testimonio escrito de su experiencia en el que destaca que “el verdadero éxito del Comité se explica por su carácter de símbolo visible, de signo de una solidaridad activa y de la esperanza de todo el pueblo chileno”.
Un legado profético
Allí también recuerda que el Comité “lanza desde su inicio el tema ‘una paz verdadera basada en la Justicia’ e inicia su trabajo de asistencia a los prisioneros políticos y sus familiares, como también a los familiares de las personas desaparecidas o muertas; ayudando también judicialmente a los trabajadores despedidos. El Comité contaba al cabo de un año con 180 miembros (abogados, médicos, asistentes sociales) trabajando tiempo completo en Santiago y contando con oficinas en 22 ciudades del país donde trabajaban 110 personas entre ellos, la mayoría jóvenes, hay creyentes y no creyentes”.
Ese legado fue reconocido por el Papa Francisco en su alocución a todos los obispos chilenos en la Santa Sede en mayo de 2018 cuando les recordó que “la Iglesia en Chile sabe de esto. La historia nos dice que supo ser madre que engendró a muchos en la fe, predicó la vida nueva del Evangelio y luchó por esta cuando se veía amenazada. Una Iglesia que supo dar “pelea” cuando la dignidad de sus hijos no era respetada o simplemente ninguneada. Lejos de ponerse ella en el centro, buscando ser el centro, supo ser la Iglesia que puso al centro lo importante. En momentos oscuros de la vida de su pueblo, la Iglesia en Chile tuvo la valentía profética no sólo de levantar la voz, sino también de convocar para crear espacios en defensa de hombres y mujeres por quienes el Señor le había encomendado velar; bien sabía que no se podía proclamar el mandato nuevo del amor sin promover mediante la justicia y la paz el verdadero crecimiento de cada persona. Así podemos hablar de Iglesia profética que sabe ofrecer y engendrar la vida buena que el Señor nos ofrece”.
La extraordinaria labor de defensa jurídica realizada por el Comité Pro Paz, dirigido por Zalaquett continuó luego en la Vicaría de la Solidaridad, entregando un testimonio evangelizador que aún resuena en el país.