Hay vetos que pueden durar una eternidad… Y otros que se rompen cinco siglos después, aunque solo sea durante una semana. Eso sí, para fortuna de todos aquellos que estos días puedan visitar la Capilla Sixtina del Vaticano. Allí se encontrarán algo inédito: los 10 tapices que creó Rafael Sanzio entre 1516 y 1516 para figurar en uno de los espacios más icónicos de la humanidad.
Así lo soñó el papa León X, quien ideó la obra y se la encargó a sus distintos protagonistas: las pinturas, que llenarían toda la bóveda, a cargo de Miguel Ángel Buonarroti; los frescos, perdurando los concebidos por Botticelli, Perugino y Pinturicchio; y los tapices, de Rafael. Pero, con el proyecto ya en marcha, se impuso la furia incontrolable de Miguel Ángel y este consiguió que los distintos pontífices por los que pasó la decoración de la Capilla Sixtina excluyeran la aportación de Rafael.
Por envidia
Las malas lenguas siempre afirmaron que al autor del ‘David’ y el ‘Moisés’ le movió una de las pasiones más bajas de todas: la envidia. No quería que los tapices de Rafael rivalizaran con sus pinturas y pudieran distraer la mirada del espectador de lo que había salido de sus manos.
La excepción histórica la ha marcado el quinto centenario de la muerte del artista de Urbino, quien murió en Roma en 1520, apenas con 37 años… y solo cuatro después de concluir sus tapices; aunque estos, rematados por un taller en Flandes, llegaron a Roma entre 1520 y 1521, por lo que ni él mismo llegó a verlos todos expuestos. Los mismos recogen episodios destacados de las vidas de san Pedro y san Pablo. Parcialmente, se habían expuesto varios de ellos en la Sixtina, en 1983 (precisamente, por el quinto centenario de su nacimiento) y en 2010.
Ya sin su rival
Pero, los diez juntos, solo habían sido recuperados nada más y nada menos que hace cuatro siglos. Claro, ya con Miguel Ángel muerto, cerrando los ojos para siempre en 1564, 44 años después de lo que lo hiciera uno de sus grandes ‘rivales’ en la escena del Renacimiento.
Quien tenga la oportunidad de visitar esta semana la Sixtina, gozará de un espectáculo único: verla tal y como fue soñada. Con este pequeño gesto, los Museos Vaticanos quieren rendir homenaje a uno de los grandes creadores de todos los tiempos. Eso sí, será un paréntesis, porque muy pronto volverá a imponerse el veto de Miguel Ángel, cuyo temible genio sigue imponiendo incluso en el siglo XXI.