La labor agrícola es “fundamental para la sociedad y la dignidad de aquellos que se dedican a la agricultura”. Así lo ha expresado el obispo de Jaén, Amadeo Rodríguez Magro, en una carta enviada a los miembros de las cofradías y hermandades de San Isidro, con motivo del encuentro nacional que se celebrara en Fuerte del Rey el próximo abril, en la que no ha pasado por alto su apoyo al sector agrícola y olivarero.
En la misiva ha dado su apoyo a las familias dedicadas a la agricultura en este momento de dificultad para el campo, en general, y para el olivo en particular. El prelado ofrece poner “ante el altar del amor de Dios los problemas y dificultades del campo jiennense y le pide a los participantes en el encuentro que pongan también ellos la ofrenda de su trabajo, sus sacrificios y sus esperanzas”. Sin embargo, es consciente de que la soluciones a los problemas del campo tiene que venir, hoy también, de una justa política agraria.
Un medio de santificación
Rodríguez Magro destaca la figura de San Isidro Labrador como un hombre “del campo que se santificó en las tareas agrarias”, de ese modo resalta la labor de los agricultores: es “un dignísimo e imprescindible menester el de cuidar la tierra para que dé, cada vez con mayor calidad, los frutos que nos alimentan”. Asimismo, recuerda que el cultivo de la tierra es “fuente de dignidad” que debe ser “respetada, especialmente, con un trato justo que compense tanta dedicación y esfuerzo, que es muy duro y, por desgracia, en muchas ocasiones no siempre es ni comprendido, ni compensado”.
Haciéndose eco del espíritu de la encíclica ‘Laudato si” advierte que “el trabajo del campo es un medio de santificación en sí mismo, y lo es especialmente, por estar en contacto con la naturaleza, que siempre es lugar de encuentro con Dios”.
Antes de concluir su mensaje, el obispo pon ante la intercesión de San Isidro y Santa María de la Cabeza, a tantas familias “de nuestra tierra de Jaén, que viven de una precaria economía agraria”. Por eso, pone ante este santo matrimonio rural a “aquellos que en nuestros pueblos sufren más el abandono y la injusticia de un trabajo no siempre bien reconocido”. “Intercede con su oración por la justicia social en el campo; primer eslabón de la cadena de producción que, con tanta frecuencia, es la más olvidada y marginada”, finaliza.