“La Cuaresma es el tiempo propicio para hacer espacio a la Palabra de Dios. Es el tiempo para apagar la televisión y abrir la Biblia. Es el tiempo para desconectarnos del celular y conectarse al Evangelio”. En la audiencia general que presidió este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco centró su catequesis en este tiempo litúrgico que ahora comienza, una época que, según dijo, debe servir para “renunciar a las palabras inútiles, a los chismes y cotilleos” y aprovechar en cambio para tratar “de tú al Señor”.
Además de centrar su catequesis en la Cuaresma, el Pontífice aprovechó la audiencia para lanzar otros dos mensajes a los fieles. Primero confirmó durante sus saludos a los peregrinos de distintas lenguas que “estaba en programa que visitara este año” Irak, a cuyos ciudadanos dijo estar “muy cercano” porque son “un campo de batalla” y sufren “una guerra de un lado y de otro”. “Rezo por vosotros y por la paz en vuestro país”, insistió el Papa.
Epidemia
Al final de la audiencia se refirió a la crisis del coronavirus, que deja ya 11 víctimas mortales y más de 300 contagios en Italia, de donde ha pasado a otras naciones europeas, entre ellas España. “Deseo expresar nuevamente mi cercanía a los enfermos de coronavirus y a los sanitarios que los curan, como también a las autoridades civiles y a todos los que están esforzándose para asistir a los pacientes y parar el contagio”, dijo Francisco a los presentes en la plaza de San Pedro, algo más vacía que en otras ocasiones y con algunos peregrinos portando mascarillas.
En su reflexión sobre la Cuaresma planteó estos cuarenta días hasta la Pascua como un tiempo para dedicarse “a una santa ecología del corazón”, para “hacer limpieza” ante el ambiente “contaminado” en que vivimos debido a la excesiva “violencia verbal”. “Estamos sumergidos por palabras vacías y publicidad. Nos hemos acostumbrado a escuchar de todo y corremos el riesgo de resbalar a una mundanidad que nos atrofia el corazón. No hay ‘bypass’ para curar eso, solo el silencio”.
Precisamente sobre el silencio como elemento fundamental del significado espiritual del desierto versó buena parte de la catequesis del obispo de Roma. “En el desierto hay ausencia de palabras, y así podemos hacer espacio para que el Señor nos hable al corazón: es el lugar de la Palabra de Dios”, dijo, para plantear a continuación que es también el espacio donde “nos alejamos de tantas realidades superfluas que nos rodean, aprendemos a ‘ayunar’, que es renunciar a cosas vanas para ir a lo esencial”. Finalmente, presentó el desierto como “un lugar de soledad. Allí podemos encontrar y ayudar a tantos hermanos descartados y solos, que viven en el silencio y en la marginalidad”.