Cultura

Todo lo que tienes que saber para vivir con profundidad el Miércoles de Ceniza…





Comienza la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, una celebración que nos ayuda a mirar a la Pascua desde el primer momento. Un signo, la imposición de cenizas, y un evangelio que presentan los elementos clásicos de este tiempo litúrgico –ayuno, limosna y oración– son las claves de esta jornada que marca este tiempo.



Las cenizas, acompañadas del versículo “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás” o de “Conviértete y cree en el Evangelio” son el símbolo penitencial del día. Una llamada de atención que conecta con el sentido profundo de la cuaresma. Vida Nueva repasa alguno de los elementos que se ponen de manifiesto desde este día.

1. Tiempo de cuarentena

En la tradición antigua, y por lo tanto en la tradición bíblica, el número cuarenta era el número que designaba la madurez de una época, de una decisión, de cambio de generación… Es el tiempo suficiente que pasa Moisés en la cima del monte Sinaí (cf. Ex 34, 27-28), lo que tarde Elías en caminar hasta el Horeb (1 Re 19, 7-8) o el tiempo que Jesús es conducido al desierto por el Espíritu para que le tentara el diablo (Mt 4, 1-2). Además en 40 años por el desierto se renueva la generación que salió de Egipto y pecó con el becerro de oro (cf. Dt 8, 2-6) o es también el tiempo de la purificación de las mujeres tras el nacimiento de un hijo (cf. Lv 12, 2-4. 6-7).

Tiempo de madurez y de reflexión, la Cuaresma cada año es una oportunidad para tomar el pulso a la vida cristiana en aspectos fundamentales y básicos, hacia los que las mismas prácticas debieran conducir. La Cuaresma, escribe el escolapio Jesús María Lecea, es un “camino de aprendizaje, que, además de recibir enseñanza, prepara para la celebración del Misterio pascual, meta del recorrido cuaresmal”.

2. Inversión a largo plazo

Francisco en su homilía del Miércoles de Ceniza de 2019 ha vuelto a los elementos clásicos de la Cuaresma para señalar que la “inversión” en ellas es un tesoro a la largo plazo, que merecen la pena. Decía: “En este viaje de regreso a lo esencial, que es la Cuaresma, el Evangelio propone tres etapas, que el Señor nos pide de recorrer sin hipocresía, sin engaños: la limosna, la oración, el ayuno. ¿Para qué sirven? La limosna, la oración y el ayuno nos devuelven a las tres únicas realidades que no pasan. La oración nos une de nuevo con Dios; la caridad con el prójimo; el ayuno con nosotros mismos. Dios, los hermanos, mi vida: estas son las realidades que no acaban en la nada, y en las que debemos invertir. Ahí es hacia donde nos invita a mirar la Cuaresma: ‘hacia lo Alto’, con la oración, que nos libra de una vida horizontal y plana, en la que encontramos tiempo para el yo, pero olvidamos a Dios. Y después ‘hacia el otro’, con caridad, que nos libra de la vanidad del tener, del pensar que las cosas son buenas si lo son para mí. Finalmente, nos invita a mirar ‘dentro’ de nosotros mismos con el ayuno, que nos libra del apego a las cosas, de la mundanidad que anestesia el corazón. Oración, caridad, ayuno: tres inversiones para un tesoro que no se acaba”.

También apuntan tres direcciones que son una sola, la Pascua de Jesús. Por eso Francisco ha procurado en sus mensajes para la Cuaresma mantener actualizados estos elementos clásicos de la Cuaresma.

3. Ayuno de toda superficialidad

 “Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón”, escribe Francisco en el Mensaje para la Cuaresma de 2019. Este ayuno que propone el Papa es una invitación a eliminar todo lo superfluo que impide que entremos en nuestro interior, que escuchemos los verdaderos anhelos de nuestro corazón, que hagamos silencio del mundo para conectar con lo esencial.

Muchos elementos externos nos retienen y nos impiden vivir de forma auténtica este ayuno no solo de cosas materiales, por eso Francisco en años anteriores es tan duro en sus críticas a los falsos profetas y a los charlatanes que usan su palabra para difundir toxicidad y no para construir comunión.

Por otro lado, hay actitudes internas que se oponen a este ayuno “en espíritu y verdad”, podríamos decir. El papa Francisco, en su mensaje de 2018, nos pone en guardia contra dos muy presentes en nuestro día a día y que tienen una traducción social innegable, la indiferencia y la soberbia.

4. La oración ensancha la comunión

 “Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declararnos necesitados del Señor y de su misericordia”, señala el papa Francisco en el Mensaje para la Cuaresma de 2019. No precisa mucho más, pero la oración y la escucha de la Palabra de Dios han estado en el centro de los mensajes de las anteriores cuaresmas de Francisco.

Por ejemplo, hace dos años señalaba que “el hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida” (Mensaje para la Cuaresma de 2018). De esta manera se conecta con lo dicho con el ayuno.

Además, la oración ensancha las fronteras de uno mismo frente al riesgo de vivir una Cuaresma encerrado en los propios problemas y necesidades. La cuaresma ayuda a ver la oración como un puente hacia los demás.

5. Limosna, caridad en camino

Hace una año, el papa Francisco invitaba a “dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad” (Mensaje para la Cuaresma de 2019).

Hace dos años, el Papa también hablaba del carácter terapéutico de la limosna. “El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia” (Mensaje para la Cuaresma de 2018).

Frente a estereotipos sociales que presentan la caridad y la limosna con cierto desdén o como una manera fácil de tranquilizar la conciencia. Francisco apuesta, más allá de estos 40 días, por una Iglesia que se identifica con el sentido profundo de la limosna, hasta que esta incluso duela. La limosna en su atención al prójimo, además, nos conecta con las obras de misericordia.

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Evangelio del día

Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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