“El sueño de ver un mundo sin armas para, como pide el papa Francisco, caminar definitivamente hacia un mundo en paz”. Ese fue el deseo en el que enmarcó Isabel Cuenca, secretaria general de Justicia y Paz España, la campaña ‘Hacia un mundo sin armas nucleares’, presentada esta mañana en Madrid.
Con la colaboración de la Fundación Pablo VI, Caritas, CONFER, esta campaña profundiza en el activismo que viene manteniendo la Iglesia católica contra la proliferación del armamento nuclear, que llevó al Vaticano a ser uno de los primeros países en firmar en 2017 el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares y cuya condena estuvo también muy presente durante la visita apostólica del Papa a Japón en noviembre del año pasado 2018, sobre todo en Hiroshima.
Precisamente Setsuko Thurlow, una de las supervivientes de aquella bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre esa ciudad nipona en 1945, era una de las invitadas estelares de esta presentación, pero un proceso gripal impidió a última hora su asistencia, aunque su testimonio sobrecogedor sobre la experiencia que vivió con solo 13 años estuvo presente a través de una intervención grabada.
“Dicen algunos que el siglo XX estuvo marcado por la bomba y el muro, por Hiroshima y el Muro de Berlín, que significaba la división de dos mundos con perspectivas distintas y enfrentadas, y que pensaron que la disuasión nuclear era un buen argumento para la seguridad de un mundo… en paz, digámoslo así”, comenzó su intervención sin papeles Luis Arguello, que reconoció su devoción por Justicia y Paz, de la que fue socio fundador y primer presidente en Valladolid.
“El de Berlín cayó en 1989, pero han aparecido otros muros y la lógica de las armas y el miedo no solo no ha desaparecido sino que se refuerzan. Por eso hoy los sueños de un mundo sin armas vuelven a tener mucho fundamento”, añadió, aunque advirtió, acto seguido, del “poder grande” que ahora tienen una serie de grandes corporaciones internacionales, como Google, Apple, Microsoft, Facebook… “a la hora de controlar y encauzar sueños”.
“El sueño de Francisco en ‘Querida Amazonia’ o en la carta firmada conjuntamente con el mundo musulmán están en el horizonte de fraternidad y ciudadanía que nos mueven para abrir brechas en los muros y desactivar las bombas, las que tiene esa enorme capacidad de destrucción como la nuclear, que te agrede de dentro a fuera, pero también las de las grandes empresas, que tienen la capacidad de desarmar los sueños para hacernos comulgar con lo políticamente correcto y que seamos nosotros los que pongamos muros en las relaciones y seamos cómplices de las bombas”, indicó el portavoz del Episcopado.
Por ello, el también obispo auxiliar de Valladolid hizo votos para que “un mundo sin bombas y sin muros pueda realizarse, porque en el mundo real hay una potencia de fraternidad y vida buena que debe se recorrida en peregrinación para hacer visibles los sueños de paz”.
Carlos Umaña, representante de la Campaña Internacional para abolir las armas nucleares (ICAN), galardonada en 2017 con el Nobel de la Paz, de la que forma parte Setsuko Thurlow , señaló que para esa superviviente, que se convirtió al cristianismo, “la fe es algo muy importante y compartir su testimonio es una forma de compartir su espiritualidad”.
“Considera que todos somos hermanos y su mensaje es de paz y solidaridad con el mundo, por eso está tan entregada a la causa, y valora mucho la implicación del papa Francisco contra la proliferación de las armas nucleares y el poner al ser humano en el centro del proceso contra esas armas”, apuntó el médico costarricense.
“Queremos generar esta conciencia de que estamos ante dos amenazas existenciales la crisis climática y las armas nucleares”, añadió Umaña, que pidió compartir con las comunidades religiosas esta inquietud para que se movilicen, además en un momento “de retórica incendiaria de los actuales líderes del mundo a propósito de las armas nucleares”, lo que aumenta, en su opinión, “el riesgo creciente de una detonación accidental. Ya habido mil accidentes, un centenar de los cuales casi derivan en una guerra nuclear”.