La basílica de la Sagrada Familia se quedó pequeña ayer en el primer domingo de Cuaresma. El templo de Gaudí acogió la eucaristía que busca impulsar el plan pastoral de la archidiócesis de Barcelona que, bajo el lema “¡Salgamos!” este año está centrado en los jóvenes.
Más de 2.000 personas participaron en una eucaristía presidida por el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, predicada por el obispo de Bangassou (República Centroafricana) Juan José Aguirre y concelebrada por el salesiano obispo de Moramanga (Madagascar), Rosario Vella.
“Las lágrimas de los musulmanes y las de los cristianos tienen el mismo color”, destacó Juan José Aguirre en una homilía en la que también subrayó que “cuando se pierde la esperanza, lo único que nos queda es la esperanza de volver a tener esperanza. Una esperanza que nos da alas”.
De esta manera, se confirió de espíritu misionero a una celebración en la que se incluyeron dos símbolos: una cruz traída por Aguirre de Bangassou. Es el cuarto año consecutivo que una cruz traída de diferentes lugares heridos del mundo se lleva hasta la capital catalana para sensibilizar a los cristianos catalanes. De hecho, a esta misa se la conoce ya como “Sent la Creu”. La primera edición tuvo lugar en 2017 con la presencia de la cruz de Lampedusa (Italia). En 2018 llegó la cruz de Mosul (Irak) y el año pasado se contó con la de Camboya.