España

Blázquez avisa en su adiós como presidente de los obispos: “Las elecciones no son un reparto de poder”





Un aplauso unánime. Largo, pero sin aspavientos. Como el propio Ricardo Blázquez. El cardenal arzobispo de Valladolid ha dejado de ser esta mañana presidente de la Conferencia Episcopal Española después de nueve años al frente en dos períodos diferentes.



Los obispos han respaldado su gestión con una ovación nada más terminar el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria que escogerá a su sucesor para los próximos cuatro años. “Termino también el encargo que me otorgaron los obispos para presidir la Conferencia Episcopal, deseo expresar a ustedes, señores obispos, mi gratitud por la confianza que me han manifestado. ¡Muchas gracias!”, señaló Blázquez.

Distribución de colaboraciones

Eso sí, justo antes del agradecimiento, el presidente saliente les lanzó un aviso: “Las elecciones no son un reparto del poder, sino una distribución de las colaboraciones para contribuir lo más adecuadamente posible al sentido mismo de la Conferencia Episcopal y la misión que ha recibido en su misma constitución”.

Esta misma tarde, los obispos llevarán a cabo un primer sondeo en el que se prevé que aparezcan los nombres del cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella; el cardenal arzobipos de Valencia, Antonio Cañizares; el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz y el obispo de Bilbao, Mario Iceta. No será hasta mañana a partir de las diez de la mañana cuando arranque la votación oficial que permita conocer el nuevo presidente del Episcopado.

Sin guiñar el ojo a candidato alguno ni  decantarse por las diferentes sensibilidades eclesiales presentes en la sala, más allá de su respaldo sin fisuras a las reformas del Papa Francisco -que ya es mucho-, el cardenal Blázquez instó a los demás prelados a no caer en batallas personales, conocedor de lo ocurrido en anteriores comicios, en los que no solo la elección del presidente y del presidente, sino de los líderes de las diferentes comisiones se ha utilizado como instrumento de poder en la Casa de la Iglesia.

Buenos administradores

“Las elecciones no son oportunidad de acumular prestigio, sino ocasión para mostrar disponibilidad al servicio”, reiteró, llamando a la vez a decidir su voto “con generoso reconocimiento mutuo” para ser “buenos administradores”.

Blázquez se despide con la aprobación y puesta en marcha de la reforma de los estatutos que modifican la estructura de la Conferencia Episcopal. Para el cardenal, esta renovación “ha sido realmente una obra de ‘conferencia’, de sinodalidad” desde “la discusión abierta, la comunión de los obispos y el respeto a las sugerencias”. ¿El objetivo de estos cambios? “Ser cauce más eficaz de evangelización”, detalló el presidente saliente sobre el nuevo organigrama que contempla diez comisiones episcopales “sin establecer compartimentos estancos”.

Reforma similar a la Curia

“Hemos optado por la simplificación, que no equivale a empobrecimiento, sino a intento de responder a lo fundamental”, detalló Blázquez, que reconoció que esta estructura sigue los pasos de la reforma de la Curia romana promovida por Francisco: “Se pretende agilizar el funcionamiento para que no quedemos como atrapados en cuestiones secundaria”, advirtió a los obispos presentes.

En este sentido, defendió la Asamblea Plenaria como órgano supremo de la Conferencia, donde los obispos están llamados a “intervenir con libertad y para escuchar no solo con atención, sino también con receptividad”. Eso sí, les dejó caer que el foro debe centrarse en “cuestiones importantes de la acción pastoral” para dejar otros asuntos “de carácter meramente administrativo o de menor importancia” para la Comisión Permanente o la Comisión Ejecutiva”. Entre los cambios propiciados por Blázquez se encuentra la duración del mandato del presidente del Episcopado, que pasa de tres a cuatro años: “La experiencia nos ha ido reiteradamente mostrando que no era oportuna ni una duración larga ni una duración corta”.

De los sacerdotes a los laicos

Al margen de esto, repaso algunos otros asuntos, como el nuevo plan de formación sacerdotal. “No queremos conformarnos con administrar la escasez; deseamos ser cauce de nuevas vocaciones a las que el Señor continúa invitando”, expresó. “La penuria vocacional, que desde hace tiempo padecemos, nos impulsa a reconocer más aún cada día que cada vocación es un regalo por el que debemos diariamente pedir a Dios y que debemos recibir con gratitud, y que debe ser cultivado, acompañado y vivido como un tesoro”, insistó.

No pasó por alto en su discurso el que ha sido su último gran evento como presidente: el Congreso Nacional de Laicos celebrado hace quince días en Madrid. Enmarcado en el Plan Pastoral del Episcopado, considera que el foro ha permitido “constatar con sorpresa la riqueza y vitalidad que, en medio de la fragilidad, existe en nuestra Iglesia”. En esta línea, suscribió que este encuentro ha sido “un renovado Pentecostés” que lleva a los católicos a “salir a los caminos”.

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