La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) ha ordenado a su secretario adjunto, Charles Scicluna, arzobispo de Malta, y a monseñor Jordi Bertomeu, oficial del citado dicasterio vaticano, que viajen a México para ayudar a la Iglesia local en su respuesta al desafío que plantean los abusos sexuales a menores cometidos por eclesiásticos. La misión especial de Scicluna y Bertomeu se desarrollará en Ciudad de México a finales de este mes de marzo, según ha podido saber Vida Nueva.
Los dos expertos en pederastia eclesial, que ya desarrollaron una tarea similar en Chile en 2018, tienen previsto reunirse en la capital azteca con los obispos del país latinoamericano y superiores de institutos religiosos, así como escuchar a todas las personas que quieran ofrecer sus testimonios relativos a casos de pederastia o de encubrimiento dentro de la Iglesia. Los enviados vaticanos celebrarán estos encuentros en la sede de la nunciatura apostólica de Ciudad de México para garantizar así la absoluta confidencialidad de las víctimas y testigos.
El arzobispo Franco Coppola, representante de la Santa Sede en el país latinoamericano, ya informó de la misión de Scicluna y Bertomeu a Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM). El Vaticano plantea la labor de los dos enviados de la CDF no como un castigo o inspección, sino como una ayuda para que la Iglesia local mejore su respuesta ante la lacra de los abusos.
El Pontífice decidió esta misión en México después de recibir algunas informaciones sobre las dificultades que tendrían algunos representantes de la jerarquía eclesiástica para aplicar los últimos cambios en la legislación sobre protección de menores y encubrimiento de los casos de pederastia. La labor de Scicluna y Bertomeu tocará la situación de los Legionarios de Cristo, que han vuelto a verse sacudidos por varios episodios de abusos, pero no quedará circunscrita sólo a esta importante congregación; afrontarán la realidad de la Iglesia mexicana en su conjunto.
Coppola lleva desde su nombramiento en 2016 como enviado del Papa en el país latinoamericano tratando de mejorar la respuesta eclesial a esta plaga. El pasado febrero viajó a Roma para informar de primera mano sobre cómo ha ido desarrollándose esa labor, por lo que mantuvo encuentros con Francisco y con responsables de la CDF y de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
“En estos tres años hubo un gran trabajo de la CEM para hacer frente a estos abusos y castigar a los sacerdotes culpables. Creo poder afirmar que hoy los obispos mexicanos son conscientes de cuáles son sus obligaciones y están alineados con la posición del papa Francisco”, comentó Coppola a la revista Proceso en una entrevista publicada el pasado febrero, en la que hacía referencia a los últimos casos surgidos en los Legionarios de Cristo. Reconoció que durante años el Vaticano “se mostró poco activo y atento” ante este problema y pidió la retirada de “las manzanas podridas para que no se pudran las demás”.
El nuncio reconoció que muchas víctimas no habían presentado denuncias por “miedo”, un sentimiento del que él quería “liberar a los mexicanos”. En su entrevista con la citada revista, Coppola explicó cómo fue su encuentro con el Papa: “Le informé de la situación en México, de este camino que hemos emprendido, y me dijo que era necesario seguir animando a las instancias eclesiales diocesanas mexicanas para que cumplan plenamente con su papel en defensa de las víctimas y hablando con las congregaciones vaticanas interesadas para coordinar el trabajo. Esto ya lo he hecho y (las congregaciones) me han prometido que habrá plena colaboración”.
El pasado mes de enero, Coppola confesó a la agencia Notimex que le daban “muchísima pena y vergüenza” los episodios de pederastia en los Legionarios de Cristo y anunció que “tratamos de hacer que esto no pase nunca más”. Esta congregación comenzó el 20 de enero su capítulo general en Roma, en el que además de elegir al estadounidense John Connor como nuevo director general, publicó dos documentos con las decisiones y compromisos sobre cómo intentar acabar con los casos de pederastia y mejorar la respuesta a las víctimas.
La Iglesia católica mexicana ha investigado a 271 sacerdotes por denuncias de abusos a menores en la última década, según informó la CEM el pasado 14 enero. Son además 217 los presbíteros dimitidos del estado clerical debido a estos delitos. En aquella comparecencia, el presidente del episcopado pidió a las autoridades civiles que eliminen la prescripción de estos crímenes, que se produce ahora a los diez años.