Los versos de Ernesto Cardenal se han quedado sueltos el 1 de marzo. El sacerdote y poeta nicaragüense, de 95 años, ha fallecido en torno a las tres de la tarde después de permanecer cuatro días ingresado en un hospital por problemas respiratorios.
Candidato hasta en cuatro ocasiones al Premio Nobel de Literatura, entre otros galardones, se le ha reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y la orden de la Legión de Honor francesa en grado oficial. Su último trabajo lo firmó en 2019 con el título “Hijos de las estrellas”, un libro-poema sobre la dictadura, si bien estaba decidido a publicar una obra más.
Funeral en la catedral
La Iglesia de Nicaragua le despedirá con un funeral este lunes en la catedral de Managua, si bien el entierro está previsto entre el jueves y el viernes, con la mirada puesta en que estos días se conviertan en una semana de homenaje.
Sacerdote desde 1965, llegó a la abadía trapense norteamericana de Nuestra Señora de Getsemaní (Kentacky, Estados Unidos), después de una primera incursión en la política que le llevó a participar en la llamada Revolución de Abril de 1954 contra Somoza. En su formación en el convento conoció a Thomas Merton que se convertiría en su maestro espiritual.
Compromiso social y político
Su compromiso con el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia le impulsó a poner las bases de la teología de la Iiberación mano a mano con Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff y Jon Sobrino.
En 1979 da un paso al frente al aceptar su nombramiento como ministro de Cultura del gobierno sandinista. En 1983, Juan Pablo II viaja a Nicaragua y reprende públicamente al sacerdote en una imagen que dio la vuelta al mundo. El enfado del Papa polaco es tal que en 1985 le suspende “a divinis” por mantenerse en su cargo político.
Esta sanción se levantó justo hace un año, cuando Francisco le rehabilitó. “El Santo Padre ha concedido con benevolencia la absolución de todas las censuras”, rezaba la carta que le entregó en persona el nuncio Stanislaw Waldemar Sommertag, que hizo efectiva esta medida concelebrando con él una eucaristía en el hospital Vivián Pellas.