“La Tierra Santa es el lugar físico en el que Jesús ha vivido esta agonía y este sufrimiento transformándolos en acción redentora gracias a un amor infinito”. Así lo recordaba el cardenal Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, en su carta con motivo de la Colecta por Tierra Santa, que tendrá lugar el Viernes Santo.
“La Tierra Santa, y de modo particular la comunidad cristiana que allí reside, siempre ha ocupado un lugar importante y especial en el corazón de la Iglesia universal”, continúa Sandri. Por eso, la Iglesia, “en el momento en que se empeña en expresar su solidaridad, también económica, con Jerusalén, cumple un acto de restitución”, ya que de esta ciudad “toda la Iglesia ha recibido el don y la alegría del Evangelio y de la salvación en Jesucristo”.
“Bien saben ustedes lo duras que han sido las pruebas sufridas a lo largo de los siglos por la Iglesia que vive en Tierra Santa y en todo el Medio Oriente”, remarca el cardenal. Unas pruebas que “aún no han terminado”, como lo muestra “la tragedia de la continua y progresiva reducción del número de fieles locales, con el consiguiente riesgo de ver desaparecer las diversas tradiciones cristianas que vienen de los primeros siglos”.
Del mismo modo, Sandri ha recordado las “largas y destructivas guerras” que se han producido en el territorio, y que han tenido como consecuencia “millones de refugiados”, condicionando fuertemente “el futuro de enteras generaciones, que se ven privadas de los bienes más elementales, como el derecho a una paz justa, a una infancia tranquila, a una instrucción escolar orgánica, a una juventud dedicada a la búsqueda de un trabajo, a la formación de una familia, al descubrimiento de la propia vocación, a una vida adulta fructífera y digna, a una vejez serena”.
“La Iglesia sigue trabajando por la salvaguardia de la presencia cristiana y por dar voz a quien no la tiene”, subraya. Esta labor se realiza tanto en el campo pastoral y litúrgico, “que es fundamental para la vida de nuestras pequeñas comunidades”, pero también con “su empeño por garantizar una educación de calidad a través de las escuelas, que son fundamentales para conservar la identidad cristiana y para construir una convivencia fraterna, especialmente con los musulmanes, según las indicaciones contenidas en la Declaración de Abu Dabi”.
Así, el purpurado ha recordado que, gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo, la Iglesia continúa “poniendo una casa a disposición de los jóvenes que quieren formar una nueva familia y continúa creando oportunidades de trabajo”, sigue dando “una ayuda material concreta allí donde se presentan formas de pobreza endémica, o bien, necesidades sanitarias y emergencias humanitarias unidas a los flujos de refugiados y de trabajadores migrantes extranjeros”.
También el cuidado de los Santuarios, imposible sin la Colecta ‘pro Terra Sancta’, es de fundamental importancia, “tanto porque estos son el lugar material que conserva la memoria de la divina revelación, del misterio de la encarnación y de nuestra redención, como también porque en esos lugares la comunidad cristiana local encuentra los fundamentos de su propia identidad”. De hecho, en torno a los santuarios encuentran un trabajo digno muchos de los fieles cristianos dedicados a acoger a los millones de peregrinos que llegan para visitar los Santos Lugares.