El arzobispo Ivan Jurkovič, observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, ha tildado de “inaceptable y ofensivo” el contenido del Informe sobre la Libertad Religiosa o de Creencias, que se presentó el pasado 2 de marzo en Ginebra durante la 43ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
De hecho, tal como recoge Vatican News, el prelado ha expresado su “gran preocupación” por el hecho de que el texto anima “en numerosas referencias” a que se considere la “libertad de religión, de creencias y de objeción de conciencia” como secundaria con respecto a otros “llamados derechos humanos”. Especialmente, ha señalado Jurkovič, los que expresan “una especie de ‘colonización ideológica’ por parte de algunos Estados e instituciones internacionales”.
En este sentido, el arzobispo ha reiterado que “el informe presentado es “al menos en parte un ataque a la libertad de religión, creencia y conciencia”. En concreto, Jurkovič se ha referido al documento A/HRC/43/48 del informe, dedicado a la ‘Libertad de religión o de creencias e igualdad de género’, el cual “parece centrarse en la promoción de una visión de la sociedad humana que no es compartida por todos y que no refleja la realidad social, cultural y religiosa de muchos pueblos, más que en la protección de hombres y mujeres, de cualquier fe o creencia, perseguidos o discriminados”.
“Ataca lo que debería defender”
Jurkovič ha recriminado, además, que el Informe “no hace referencia a los esfuerzos realizados por los representantes religiosos para intervenir lo antes posible a fin de detener el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras”. Algo que, para el arzobispo, es una “ironía del destino” teniendo en cuenta que hace un año el papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar firmaban el Documento sobre la Hermandad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común para promocionar la tolerancia.
“Es bastante desagradable”, ha concluido Jurkovič, “pero cada vez menos sorprendente, dada su frecuencia, que un informe de las Naciones Unidas, que debería defender el derecho humano fundamental y universal a la libertad de religión, de creencias y de objeción de conciencia, ataque ahora la misma realidad que está llamado a defender”.