“No soy un segundo Reinhard Marx, soy Georg Bätzing”. Estas palabras, pronunciadas ante la prensa y recogidas por Katolisch, son toda una declaración de intenciones por parte del recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, quien ha hablado acerca de su elección y cómo afronta su mandato.
Sin embargo, Bätzing sí que conocía a Marx, quien, de hecho, ha homenajeado a su sucesor en el cargo. Un cargo, por otra parte, que Bätzing afronta a modo de “intermediario” entre posiciones, a veces, contradictorias. “No es un secreto que las decisiones en la Conferencia Episcopal no son siempre unánimes”, señaló. Por este motivo, el nuevo presidente quiere ser un medio para “las diferentes opiniones” no solo entre obispos, sino por la “participación de los laicos, mujeres y hombres, en esta Iglesia”.
Además, puso especial importancia en “escuchar a las personas y comprender lo que hay detrás de ciertas opiniones” en relación con las diversas corrientes entre los laicos. Pero es consciente de que todo esto puede suponer “un desafío”. Y es que el nuevo presidente de los obispos alemanes considera que es fundamental facilitar el diálogo con el Vaticano y la Iglesia mundial para que los nuevos puntos acordados por la Iglesia alemana tengan éxito.
Bätzing, de hecho, expresó su apoyo al Camino sinodal que comenzó en enero, con el que se muestra “totalmente de acuerdo”, ya que considera que conduce a “una nueva coexistencia de laicos y obispos en la Iglesia alemana”. En definitiva, el Camino sinodal cumple el objetivo de llevar el evangelio al mundo y ofrecer orientación “en una situación social marcada por la libertad”.
Por último, el nuevo presidente dedicó su intervención a mostrar su total condena al “racismo y la agitación”, sobre todo en lo que atañe a la libertad religiosa. De hecho, Bätzing anteriormente dirigía la subcomisión de Diálogo Interreligioso en la Conferencia Episcopal. “No hay futuro para la Iglesia sin hablar con el judaísmo”, subrayó Bätzing, defendiendo, además, que en el contexto actual la libertad religiosa debe estar garantizada para las personas de todas las religiones, “especialmente a los creyentes musulmanes”.