Año y medio después de que la Santa Sede y China firmasen un histórico acuerdo con el que se pretendía unificar la Iglesia y recuperar las relaciones con Pekín, Francisco ha dedicado su intención de oración del mes de marzo a los cristianos del país asiático.
Y es que el objetivo del acuerdo no era otro sino el de poner fin a la separación entre la Asociación Patriótica Católica China, fomentada por las autoridades de Pelkín para controlar a los fieles, y las comunidades católicas clandestinas.
“La Iglesia quiere que los cristianos chinos sean cristianos en serio y que sean buenos ciudadanos”, ha dicho el Papa en un breve vídeo en el que ha vuelto a incidir en la importancia de no “hacer proselitismo” para, así, “alcanzar la unidad” verdadera en una comunidad católica que “está dividida”.
Hoy en día en China la Iglesia mira hacia adelante con la esperanza. La Iglesia quiere que los cristianos chinos sean cristianos en serio y que sean buenos ciudadanos. Deben promover el Evangelio, pero sin hacer proselitismo y alcanzar la unidad de la comunidad católica que está dividida. Recemos juntos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad.