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Los arzobispos Marcuzzo y Pizzaballa, en cuarentena en Jerusalén como prevención al coronavirus





Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo auxiliar y vicario de Jerusalén, está en cuarentena desde el pasado 28 de febrero por las medidas tomadas por el gobierno israelí en un intento de frenar la propagación del coronavirus. De esta manera, el prelado es parte de las más de 60.000 personas que se encuentran en cuarentena en Israel, donde hay 16 casos nuevos de contagio.



Tal como él mismo ha relatado Marcuzzo en una carta a Asia News, el arzobispo se “encuentra bien”, pero se vio obligado a entrar en cuarentena después de un viaje a Roma el pasado mes de febrero para asistir a la CELRA (Conferencia de Obispos Latinos de Oriente Medio).

“Después de la conferencia, que tenía dos días libres, quería ir al Carmelo de Lodi para misas y conferencias en el área de Lodi”, relata, aunque finalmente no pudo asistir porque los carmelitas le advirtieron que estaban aislados por la presencia del coronavirus en la región. Así, regresó a Israel el sábado 22, donde continuó con sus actividades habituales. Sin embargo, el 28 de febrero, el Ministerio de Salud israelí puso en marcha las nuevas medidas, anulando los vuelos provenientes de Italia, aceptando bajo cuarentena “los israelíes y extranjeros con permisos de residencia”, como es el caso del arzobispo.

Continuar con las labores

“Esto es exactamente lo que le sucedió a nuestro administrador apostólico Pierbattista Pizzaballa, quien regresó ayer con el custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, quien ahora también está bajo cuarentena en el patriarcado”, explica Marcuzzo. Todos los llegados a Israel después del 16 de febrero, deben permanecer en cuarentena durante 14 días con vigilancia por intervalos, bajo pena de tres años de prisión o expulsión del país.

“Les aseguro que estoy muy bien, pero debo respetar las ordenanzas de las autoridades”, subraya. “Por lo tanto, durante exactamente dos semanas he estado en cuarentena en mi estudio de patriarcado, hasta el domingo 8 de marzo”, añade, explicando que debe respetar ciertas otras precauciones, como “desinfectar las habitaciones donde estoy, usar la mascarilla, permanecer a cinco metros de cualquier persona, no decir adiós con la mano y limpiarme las manos y la cara continuamente con gel higiénico”.

Asimismo, ha señalado que sigue llevando a cabo las labores más urgentes “por teléfono y por ordenador”, incluso con Pizzaballa, “que vive en la habitación contigua”. “Yo también debo aprender a manejar esa situación, porque me doy cuenta de que no estaba acostumbrado a vivir sin compromisos”, ha añadido el arzobispo.

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