Tras la amplia difusión del coronavirus en todo el mundo, que también ha tocado Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, redactaba, hace unos días, una serie de medidas para prevenir el contagio entre los fieles.
Unas directrices –dar la comunión en la mano, evitar que los fieles beban del cáliz y vaciar las pilas de agua bendita– que coinciden con las que se han puesto en marcha en otras muchas diócesis del mundo, pero que, aun así, han provocado críticas. Por este motivo, Pizzaballa ha respondido a algunas preguntas a este respecto en portal del Patriarcado Latino de Jerusalén, donde ha subrayado, entre otras cosas, que la comunión, como cuerpo y sangre de Cristo, no son una forma de “inmunidad” ante el coronavirus.
“Por supuesto, la celebración eucarística y la comunión son la forma más alta de oración por nosotros los cristianos, y la forma más poderosa de unirnos con Jesús, y esto nos da fortaleza espiritual e incluso humana”, ha dicho el arzobispo. “Sin embargo”, continúa, “no debemos acercarnos a la Eucaristía como un elemento mágico”, ya que “la unión con Cristo no borra en absoluto nuestra humanidad en todas sus formas, incluidas nuestras debilidades”.
“No es falta de fe, sino prudencia”
“La comunión no cura a los enfermos”, ha subrayado, sino que da “fuerza y consuelo”. “En los sacramentos, recibimos la gracia de Dios, pero seguimos siendo humanos”, ha añadido, recalcando que, en última instancia, “la comunión, el cuerpo santo y la sangre de Cristo nos fortalecen en la fe y en la vida, pero no nos hacen inmunes a nuestra humanidad, incluidas las enfermedades”. Aun así, Pizzaballa ha señalado que “no entiende la controversia sobre este tema”.
La polémica ha llegado también a la forma de recibir la comunión: si en la mano o directamente en la lengua. Algunas de las voces que lamentan esta medida de dar la comunión en la mano afirman, incluso, que cambiar esta práctica es “un signo de falta de fe”. Ante esto, Pizzaballa ha aclarado que no hay una norma común en este asunto, sino que cada región eclesiástica lo practica según su tradición. “En nuestra Iglesia, la tradición es recibir la comunión en la lengua” y, por ello, ha asegurado que “tan pronto como termine esta situación, sin duda continuaremos con esta tradición”.
“No es falta de fe, sino prudencia, un medio para no contaminar a los demás”, ha añadido Pizzaballa, recalcando que “la fe no reemplaza a la razón”, porque “Dios nos ha dado un cerebro, una inteligencia para usar y desarrollar, para preservar nuestras vidas y la de los demás que nos han sido confiados”. “Usar nuestra inteligencia no es ir contra la fe”, porque “la fe sin razón es como un alma sin cuerpo. Necesitamos los dos”.