A través del secretario general del Sínodo de los Obispos, Lorenzo Baldisseri, el Papa ha anunciado el tema sobre el que versará la XVI Asamblea General de los Obispos, convocada para 2022: ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’.
Hace semanas se especuló con la posibilidad de que el fenómeno de las migraciones pudiera centrar el debate episcopal. Sin embargo, lejos de apostar por un tema sectorial, como la familia o los jóvenes o geográfico, como es el caso de la Amazonía, Francisco se ha decantado por ahondar en su programa de reforma, una cuestión netamente intraeclesial, pero con flecos determinantes en tanto que pondrá la base de la Iglesia del futuro.
O lo que es lo mismo, el Papa busca aterrizar esa llamada a una Iglesia misionera en la que prime el “caminar juntos”. Y es el que el juego de palabras “sínodo de la sinodalidad” habla de implementar una metodología de trabajo que los obispos latinoamericanos pusieron en marcha en las conferencias del CELAM con su clímax en Aparecida.
Francisco ha hecho de la sinodalidad no solo un método, sino su proyecto para un nuevo ser y hacer de la Iglesia desde un discernimiento conjunto cuyas implicaciones pueden marcar un antes y un después en aspectos tales como los ministerios ordenados, participación y corresponsabilidad de los laicos, el papel de la mujer, los nuevos métodos de evangelización, el lugar de la Iglesia en el mundo, la relación con los agentes sociales y políticos…
Sin embargo, más allá de que estos puedan convertirse en los temas de debate que se puedan poner encima de la mesa, este sínodo buscará poner las bases precisamente para aterrizar cómo abordar estas cuestiones de aquí en adelante con esa mirada sinodal.
“La sinodalidad es un estilo, es un caminar juntos, y es lo que el Señor espera de la Iglesia del tercer milenio”, les dijo Francisco el pasado mes de noviembre a la Comisión Teológica Internacional, donde alabó el documento al respecto elaborado por la entidad capitaneada por el prefecto para la Doctrina de la Fe, Luis Francisco Ladaria.
“Hoy se piensa que hacer sinodalidad es tomarse de la mano y echarse a andar, festejar con los chicos…., o hacer una encuesta de opinión del tipo, ‘¿qué se piensa del sacerdocio de las mujeres?’”, les comentó el Papa en un tono coloquial, para aclarar que “la sinodalidad es un camino eclesial que tiene un alma que es el Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo no hay sinodalidad”.
En no pocas ocasiones el Papa ha subrayado el papel del Espíritu Santo para no confundir sinodalidad con parlamentarismo. En esta línea, El decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Argentina, Carlos María Galli, mantiene la tesis de que “la Iglesia no es una democracia en el sentido de ideologías parlamentaristas, pero tampoco es una monarquía”. Para Galli, la sinodalidad ahonda en que “toda la Iglesia es sujeto y todos en la Iglesia somos sujeto”.
“Por eso no tengo miedo a que los procesos sinodales devengan a prácticas democráticas, sino a que no se tome en serio o que piensen que después de Francisco todo va a volver a ser como antes. Francisco quiere que los procesos sean irreversibles”, señala el teólogo argentino, convencido de que la sinodalidad es la mejor vía para acabar con el clericalismo.
La Comisión Teológica Internacional detalla cómo la sinodalidad, en el contexto sociológico, “indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora”.