Las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad llegaron a Colombia en 1929, venidas de España y Venezuela. “En ese entonces empezaron con colegios para niñas para prevenir esas situaciones a las que están expuestas las mujeres”, cuenta a Vida Nueva la hermana María Victoria Tenjo, responsable de proyectos de la congregación, pero es en el año 1970 cuando en territorio colombiano “vuelven a sus raíces”, inspiradas en su fundadora santa María Micaela del Santísimo Sacramento.
Justamente uno de los proyectos que las Adoratrices en Colombia comenzaron durante esa década y que han llevado con gran éxito es el programa empresarial de Creaciones Miquelina (por el nombre de su fundadora), iniciado en 1979 en una sede en el barrio La Candelaria.
Para el año 2017 fueron galardonadas en Alemania con el Premio del Festival Mundología por el cuidado a la vida, y con la Certificación en Comercio Justo, otorgada por la Organización Mundial de Comercio Justo. Son mujeres colombianas de ‘alta costura’, que gracias a una acción pastoral celebran por todo lo alto este Día de la Mujer.
Páramo, la chaqueta impermeable
El empresario británico Nick Brown llegó a Bogotá en 1992 para probar su invención: Nikwax Analogy, un material a prueba de agua, el cual quería usar en sitios en condiciones de llovizna. Es así como providencialmente conoció en ese entonces a Esther Castaño Mejía, superiora de las hermanas Adoratrices. Juntos crearon la chaqueta impermeable Páramo, la cual debía ser exportada a Inglaterra en época de invierno.
Brown, a través de la marca Páramo, gestionó un préstamo por 150.000 dólares en el año 1997. Con este capital la hermana Esther compró más maquinaria para mantener suficiente inventario y organizarse apropiadamente para convertir este programa en la fundación Creaciones Miquelina.
Inserción social de mujeres vulnerables
El objetivo de esta fundación es la inserción social de la mujer, donde cada una recibe un salario justo, incluidas las prestaciones de ley, trato moralmente correcto. Sus empleadas son madres cabeza de familia. Todo ello genera un clima de respaldo y tranquilidad tanto en las trabajadoras como en sus familias.
De este modo, bajo una visión gerencial con corte social, las prendas de Páramo lograron estándares altos de calidad hasta obtener en 2002 la certificación ISO 9001. Para el año 2016 –según cifras de esta empresa– mensualmente exportaron 6.000 prendas, logrando ventas por 2,4 millones de dólares.
Esto llevó a las Adoratrices a construir un jardín infantil, en el que atienden a 200 niños, la mayoría hijos de las trabajadoras, como también un comedor comunitario para beneficiar a 300 niños de la comunidad y del mismo jardín. Además de animar una cooperativa multiactiva de ahorro y crédito con el cual unas 130 empleadas han podido tener una casa propia.
Víctimas de violencia
También Miquelina está profundamente comprometida con el desarrollo social y económico del país. Aseguran que una de cada cuatro colombianas es víctima de violencia de género, por tanto “capacitamos y generamos empleo inclusivo a un gran número de estas víctimas y son ellas quienes con dedicación y calidad, confeccionan nuestras prendas”.
Actualmente su sede está el barrio 20 de julio al oriente de Bogotá, donde al año forman unas 550 mujeres en situación de vulnerabilidad y violencia de género, quienes además reciben respaldo social, psicológico y espiritual. Luego de este proceso pueden pasar a formar parque de Creaciones Miquelina.
Al encuentro de la mujer
La hermana María Victoria Tenjo asegura que “nuestro carisma tiene una sola misión con M mayúscula, adorar a Jesús sacramentado y desde esa experiencia contemplativa eucarística, salir al encuentro de la mujer, especialmente aquella que está en explotación sexual, prostitución, en situación de trata o violencia de género”.
En este sentido expresa que “la misión adoratriz exige de hermanas, laicos y profesionales audacia y creatividad para acercarse a las mujeres en situaciones de alta vulnerabilidad social”.
Redes de apoyo
El trabajo de esta congregación se extiende a lo largo del país con proyectos de prevención de la trata de personas en contextos migratorios y desplazamiento, por lo que su presencia aparte de Bogotá, llega a Cúcuta, Bucaramanga, Manizales y Pereira.
“Todo esto nos lleva a asumir una mayor responsabilidad y buscar redes de apoyo”, por lo cual ha trabajado de la mano con las Scalabrinianas, las Mercedarias de la Caridad, las hermanas hijas de Nuestra Señora de la Eucaristía y las Misionera de la Misericordia. “Este trabajo no se trata sólo de Adoratrices, sino que es de toda la Iglesia. Esto es intercongregacional y ha sido maravilloso”, finalizó.