Tan solo unas diez personas dieron el último adiós al sacerdote trapense Ernesto Cardenal, que murió el pasado 1 de marzo a los 95 años. El poeta nicaragüense y figura determinante de la teología de la liberación fue enterrado en la mañana del viernes en el archipiélago de Solentiname, antes de lo inicialmente previsto para dar esquinazo al Gobierno de Daniel Ortega.
Fue la decisión del entorno más cercano a Cardenal, después de que el pasado martes, simpatizantes del presidente nicaragüense tomaran la catedral de Managua durante la misa funeral de cuerpo presente por el presbítero rehabilitado por el Papa Francisco. Al grito de “traidor” se presentaron en el templo. Tal fue la tensión que los familiares del poeta tuvieron que sacar el féretro por un lateral del templo metropolitano para evitar que la tensión y las agresiones se incrementaran.
En su querido archipiélago
No en vano, Cardenal se había convertido en uno de los principales acicates de Ortega, que había iniciado una persecución personal contra él. De ahí la decisión adoptada por los colaboradores del sacerdote fallecido, que decidieron anticiparse a cualquier movimiento del presidente.
Se llevaron sus restos al conjunto de 36 islas e islotes donde fundó una comunidad contemplativa de laicos y fue el origen de la obra clave de la teología de la liberación. Allí le despidieron entonando la misa campesina de Carlos Mejía Godoy, en el monumento de piedra elaborado por Cardenal hace tres décadas.