La católica Zeta Melva, entre las mujeres más poderosas de México

  • En 2019, la revista Forbes la incluyó en esta categoría, haciendo énfasis en sus aportes a los procesos de acreditación de la educación médica
  • En entrevista para Vida Nueva, consideró que la mejor manera de impulsar la igualdad entre hombres y mujeres es accediendo a mejores niveles de educación y salud, y teniendo fuentes de empleo bien remunerados
  • ESPECIAL: Vida Nueva celebra en marzo el mes de la mujer

La católica Zeta Melva, entre las mujeres más poderosas de México

La doctora Zeta Melva Triana Contreras, profesora de la Universidad de Monterrey (UDEM), católica y madre de dos hijos, es una de las 100 mujeres más poderosas de México, calificada así en mayo de 2019 por Forbes, revista de negocios que la incluyó en esta categoría principalmente por sus aportes a los procesos de acreditación de la educación médica.



La doctora Zeta Melva se graduó como médico cirujano partero por la Universidad Autónoma de Nuevo León; desde 2004 es profesora asociada en la UDEM, en cuya casa de estudios ha servido por casi 40 años.

Sus aportes

Zeta Melva fue reconocida el año pasado con el premio Orden Francisco Hernández, otorgado por la Federación Panamericana de Facultades de Medicina. Entre los temas en los que Zeta Melva se ha involucrado más profundamente están los procesos de acreditación de la educación médica. También ha formado parte de la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina.

En entrevista para Vida Nueva, asegura que el camino no ha sido fácil, como profesional de la medicina ha enfrentado muchos obstáculos, que ha podido sortear gracias al apoyo de la familia y de los compañeros de trabajo: “En mis diferentes roles como madre, esposa, hija, hermana, empleada, siempre he encontrado a alguien que me apoye para solventar los diferentes retos, de tal manera que, en estricto sentido, recibí todo el apoyo que necesité, y más para poder estudiar, trabajar, tener una familia”.

Sin embargo, es consciente de que no todas las mujeres mexicanas cuentan con ese apoyo: “hemos venido arrastrando por mucho tiempo desigualdades tanto en el acceso a la educación como al trabajo, así como en la remuneración”, dice.

Señala que está perfectamente documentado que a pesar de que el hombre y la mujer realizan el mismo trabajo, el primero recibe un sueldo superior; “y si nos vamos a las responsabilidades familiares, también está documentado que quien lleva la mayor carga laboral doméstica es la mujer, y que esto no es ni recompensado”.

En ese sentido, la doctora dijo estar de acuerdo con los actuales movimientos a nivel nacional e internacional que intentan reivindicar a la mujer y sus derechos, porque –dijo- “de lo que se trata es de que sea más visible la importancia de la mujer en la familia, en la sociedad, en la economía; que sea más visible, más respetado y que sea por fin reconocido”.

Salud y educación: los pilares de la sociedad

La doctora Zeta Melva ha realizado importantes contribuciones a la educación médica; fue presidenta del Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica, donde logró actualizar y modernizar todo el sistema de acreditación de las escuelas de medicina en México.

“El propósito fue contribuir a mejorar e impulsar la calidad de la educación médica; se modernizó el sistema, se actualizó el procedimiento y la normatividad, y se hizo una plataforma para que todo el proceso de acreditación se pudiera hacer en línea”.

La doctora Zeta está convencida de que los dos pilares más importantes para el desarrollo de las sociedades y, por lo tanto, del de las mujeres, es que haya acceso igualitario a la educación y a la salud; “en la medida en que tengamos mujeres más educadas y saludables, ellas estarán en posibilidad de acceder a mejores niveles laborales, a mejores puestos laborales”.

Evidentemente –añadió- estos dos aspectos: “la salud y la educación, van de la mano con la creación de empleos, pues de nada serviría que una persona esté saludable y muy bien preparada, si no hubiese empleos, tiene que haber trabajo y que éste sea bien remunerado, que ofrezcan las mismas garantías, los mismos accesos de salario y las mismas prestaciones que los hombres”.

Finalmente, consideró que la mejor manera de impulsar la igualdad es accediendo a mejores niveles de educación y salud, y teniendo fuentes de empleo bien remuneradas, y por supuesto, que no haya discriminación en función del sexo; “fuimos creados iguales y ante Dios todos somos iguales, independientemente del sexo, de la religión, del estrato socioeconómico, de la raza; esto es de lo que todos deberíamos estar conscientes y siempre respetar la igualdad de todas las personas ante Dios y ante la sociedad”.

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