El cardenal Ricardo Blázquez se ha despedido de la presidencia de la Conferencia Episcopal Española con una entrevista en TRECE en la que ha hecho balance de estos años y ha comentado algunas cuestiones de actualidad como la crisis del coronavirus. En este sentido, el arzobispo de Valladolid ha invitado a ser “ciudadanos leales” durante la epidemia y ayudar “a los que se sientan más frágiles”.
Para Blázquez la “humanidad no es omnipotente” sino que “es frágil”. Por ello, “puede empezar el foco de contaminación a miles de kilómetros pero terminamos padeciendo la misma sensación de fragilidad”. Por ello, ha reclamado “estar atentos como ciudadanos” a las indicaciones de las autoridades que son las que tienen “mejor información y el asesoramiento de los técnicos”.
En este sentido, se ha mostrado favorable a “restringir los movimientos exteriores” y a seguir las celebraciones litúrgicas por los medios de comunicación en estos días. “No nos apresuremos, vivamos con la mayor normalidad posible pero siendo precavidos”, reclamó, para resaltar que la prioridad es “eliminar el riesgo de contagio” y “ayudar a los que se sientan más frágiles”.
Respecto a sus dos mandatos al frente de la Conferencia Episcopal, se ha mostrado agradecido a los obispos y ha pedido perdón por los errores cometidos durante “este servicio”. “Lo asumí con normalidad y lo dejo también con normalidad”, confesó señalando que es una tarea que “ha merecido la pena”.
Una encomienda que ha compatibilizado con la diócesis de Valladolid, “haciendo bastantes kilómetros y utilizando bastante el teléfono”. Y en el recuerdo, un encuentro con el Papa: “Fue un momento importante cuando representé a la Conferencia Episcopal el año pasado en febrero en la reunión en relación con la atención a las personas que habían sido abusadas”, confesó.
El cardenal ha definido la Iglesia en España como una comunidad que “quiere vivir en fidelidad” pero que padece “una especie de ‘eclipse de Dios’ que llega hasta el corazón de cada persona. Es una Iglesia con buena salud espiritual, dispuesta a prestar la transmisión de la fe en el campo en que nos movemos y también colaborar al bien común. La vida religiosa vivida auténticamente es una contribución preciosa al bien de todos”, señaló.
Uno de esos símbolos, para el prelado, ha sido el Congreso de laicos. “Fue una convivencia en congreso y un ambiente que a todos nos satisfizo, nos alegró profundamente y también parece un Pentecostés renovado. La Iglesia quiere prestar el servicio que viene prestando. En medio de cansancios, se sobrepone la confianza en el Señor”, apuntó.
Una vitalidad en un contexto de secularización en el que hay “pluralidad de las formas de vivir la dimensión religiosa, el Estado tiene que favorecerlo y prestar colaboración”. Se da un “fenómeno de la Europa Occidental, ahí le viene muy bien al hombre reconocer a Dios. Sin su luz andamos a oscuras. Puede darse una fundamentación moral sin Dios, pero Dios fortalece profundamente la generosidad interior, nos damos cuenta de que vamos haciendo la vida en compañía con alguien que nos acompaña en la misericordia, en el perdón y en la autoridad del poder. Olvidar a Dios es una pérdida enorme y quiero transmitirlo con total nitidez”, apuntó.
Mirando atrás, recuerda la dureza del terrorismo de ETA durante su etapa como obispo de Bilbao, especialmente los funerales por Miguel Ángel Blanco. “La victoria sobre el terrorismo es obra de todos los ciudadanos, lo que significa la vida social también por parte de la Iglesia”, reflexionó. Por ello, se mostró firme al señalar que “ETA tenía que desaparecer y no habría paz en el País Vasco si ETA no desaparecía. Había que desenmascarar los refugios de la justificación del terrorismo”.
“A mí el Papa me ha enseñado muchas cosas”, ha confesado hablando de Francisco. Del pontífice ha destacado la invitación a la alegría: “Lo que dice el Papa queda avalado por su comportamiento. Es un rostro transparente por el gozo. Nos enseña la dimensión misionera”, afirmó.
“Es una persona que vive en comunicación con Dios a través de la oración y de la obediencia a través del ministerio que se le ha confiado. Eso le da paz, valor, perseverancia, paciencia en las pruebas y una palabra fresca. Sus palabras no envejecen”, confesó al recordar uno de los últimos encuentros con él.
“Nosotros en la Iglesia en España nos hemos tomado en serio el acompañar a las víctimas en la medida de lo posible, en prevenir, aunar esfuerzos”, ha señalado tajantemente al hablar de los abusos en las instituciones eclesiales. “Queremos pedirles perdón, estar cerca de ellos, acompañar. La forma más adecuada de responder no era un silencio impuesto, a veces no tenían nadie con quien expresar su sufrimiento desde dentro. Hemos cambiado profundamente”, ratificó.
Sobre la crisis independentista en Cataluña, se ha mostrado tajante al decir que los obispos “desde el principio dijimos con todas las letras que no es de recibo en absoluto la declaración unilateral de independencia. Eso fue una especie de quebrantamiento grave de la Constitución que nos dimos todos”. “Tienen que rehacer la convivencia en Cataluña porque esa sociedad es la primera rota. Tender puentes como dicen los obispos en Cataluña me parece muy bien”, añadió.
¿Y sobre su futuro? “Si el Papa me dice que puedo hacer las maletas me voy para Ávila y si el Papa me dice que siga un poco más, pues si porque de momento tengo buena salud”. Veremos.