Tras suspenderse todas las misas en Italia hace una semana, pero optándose por mantener los templos abiertos para que al menos los fieles pudieran rezar en ellos, la Diócesis de Roma se ha visto obligada a adoptar la medida más temida. Y lo ha hecho a través de un comunicado en el que anuncia que, “hasta el viernes 3 de abril, el acceso a edificios religiosos de cualquier tipo abierto al público está prohibido a todos los fieles”.
El vicario del Papa escribe, el cardenal Angelo De Donatis, ha escrito una carta a todos los diocesanos con el nuevo decreto publicado ayer para intentar frenar la pandemia del Covid-19. Solo las comunidades establecidas permanentemente (religiosas, monásticas), que cuentan con templos pueden acceder, quedando terminantemente prohibido que acceda cualquier otra persona que no viva en la comunidad.
El texto también establece que “los fieles están, por consiguiente, exentos de la obligación de cumplir el precepto festivo”. El purpurado ha dejado claro que esta disposición, sin precedentes en los tiempos modernos, está tomada con el objetivo de “preservar el bien común”.
De esta manera, un total de 900 parroquias han echado ya hoy el cierre, después de que con anterioridad se hubiera suspendido el culto hasta el 3 de abril. La medida sigue la decisión del Gobierno italiano el miércoles por la noche de acabar con cualquier tipo de actividad en Italia, solo permitiendo abrir sus puertas a farmacias, supermercados y quioscos de prensa.