Cada viernes Vida Nueva te acerca sus recomendaciones en pantalla grande (o no tanto)
Maider Fernández Iriarte nos cuenta quién es, cómo vive, qué piensa, qué siente y en qué cree Jordi Desquens Massanes, nacido hace 51 años con parálisis cerebral. Él y su inseparable cartón-alfabeto para comunicarse dan título a este sencillo y emotivo documental que busca adentrarse en el insondable mundo interior del protagonista.
La joven realizadora vasca acude cada semana a la residencia donde ahora vive el entrevistado para robarle afanosamente su tiempo. Un ejercicio de atenta escucha, que exige tanta o más predisposición por parte del espectador, y que se traduce en preguntas, largos silencios, respiraciones profundas, respuestas que se hacen esperar…
Con esta nueva amiga compartirá sus más hondas inquietudes, humanas y creyentes. “A mí Dios me ha enviado aquí con un propósito, aunque no sepa cuál”, contesta cuando le cuestiona si se siente “especial”. Son los misteriosos designios de una fe hecha de ausencias y palabras entrecortadas, cuyo poderoso magnetismo proporciona fortaleza en la debilidad, inundando de luz a cuantos se cruzan en su camino.
Otro tanto podría decirse de esta película libre y madura, la prometedora ópera prima de un espíritu sensible.
Nuestra protagonista es una treintañera que se gana la vida organizando bodas mientras disfruta de su soltería. Una noche conoce a un joven con pareja. Lo que para ella parecía una aventura más, y para él un momento de debilidad, se transforma en algo imprevisto –una propuesta de matrimonio– tras descubrir que ambas mujeres –la amante ocasional y su novia– son amigas de la infancia.
Una inoportuna tarjeta de visita en un bolsillo es el detonante de este ‘remake’ de ‘La wedding planer’ (2017), de la francesa Reem Kherici, comedida romántica de enredo sobre ese inagotable filón de situaciones que proporciona la suma de dos elementos sobradamente conocidos: la familia y una boda.
Dani de la Orden (‘El pregón’) elige un trío solvente y con tirón (Belén Cuesta, Álex García y Silvia Alonso), al que rodea de veteranos secundarios acostumbrados a arrancarnos más de una sonrisa (Dechent, Resines, Harlem, Olayo…), para explotar con soltura la veta del mejor humor (negro) patrio.
Aunque nada resulta original ni especialmente brillante, la cuidada puesta en escena y el oficio del director y su reparto ayudan a mantener el interés de la historia, incluso pasado ya san Valentín.
Hace casi cuatro décadas, dejábamos el cadáver congelado de Jack Torrance (Jack Nicholson) en el laberinto del Hotel Overlook. La secuencia cerraba uno de los clásicos del cine de terror contemporáneo, pero dejaba en el aire una inquietante pregunta: ¿qué sería de su hijo Danny, el crío que recorría con su triciclo los pasillos de aquel establecimiento embrujado?
Mike Flanagan, un habitual del género, nos responde con una historia que transcurre años después de los acontecimientos narrados en ‘El resplandor’. Su protagonista (Ewan McGregor) arrastra los traumas del pasado, y arranques violentos y problemas con el alcohol que recuerdan a su progenitor. Pero también conserva sus poderes psíquicos, que ahora deberá poner al servicio de otros niños que poseen su mismo don.
Aunque secuela de aquella cinta de culto dirigida por Stanley Kubrick y, como entonces, basada en otra famosa novela de Stephen King, esta nueva adaptación no resiste las inevitables comparaciones. No solo por el paso del tiempo, sino por las dotes narrativas de ambos cineastas.
Claro que hay sustos, y hasta siembra cierta inquietud en el espectador, pero hace falta algo más para que el miedo resplandezca con luz propia.