Investigadores de todo el mundo tenían una fecha marcada en sus agendas: la del pasado lunes 2 de marzo de 2020, cuando se cumplían 81 años de la elección de Pío XII como obispo de Roma. Francisco anunció el año pasado que sería ese día cuando podrían empezar a consultarse los diversos archivos vaticanos relativos a los 19 años (1939-1958) que duró el pontificado del papa Eugenio Pacelli.
Aunque los historiadores, lógicamente, necesitarán un tiempo para estudiar los documentos y publicar sus eventuales descubrimientos, ya ha llegado a las librerías de Italia un libro con un llamativo hallazgo relativo a Pío XII: el plan elaborado por el Vaticano para defender al Papa en caso de que Hitler hubiera intentado secuestrarle, una opción que los nazis barajaron durante los nueve meses que duró su ocupación de Roma (de septiembre de 1943 a junio de 1944).
“En caso de que se vieran sobrepasados los hombres encargados de la defensa de las puertas de acceso, todos los militares deberán dirigirse al apartamento pontificio y allí, equipándose para la defensa, hacer escudo con el propio cuerpo a la Sagrada y Augusta persona del Sumo Pontífice”, puede leerse en un documento interno de la Santa Sede que ha sido descubierto por Cesare Catananti en su investigación para el libro Il Vaticano nella tormenta (Edizioni San Paolo).
Este médico e historiador se ha pasado tres años estudiando el archivo de la Gendarmería Vaticana, que ya podía consultarse dado que no se encuentra ordenado por pontificados. Entre los papeles hallados, destacan las indicaciones que debían seguir los miembros de este cuerpo policial y de la Guardia Suiza en caso de que un comando armado nazi tratara de llevarse a Pío XII del Vaticano.
“Es un documento del que nadie conocía su existencia y que, indirectamente, testimonia que había un riesgo de que secuestraran al Papa. En agosto de 1943, ese peligro se percibe que es tan real que la Gendarmería y la Guardia Suizo hacen un plan de defensa aprobado por la Secretaría de Estado”, cuenta Catananti a Vida Nueva.
El texto reconoce que si se producía un verdadero ataque por parte del Ejército alemán no había posibilidades de resistir, pero lo que se temía era una acción de un pequeño comando que actuara con celeridad y discreción. “Se reforzaron los puntos débiles de los muros vaticanos y se previó que, cuando estos cayeran, se produjera una retirada hasta el Palacio Apostólico. Los gendarmes y guardias suizos preguntaron si podían usar armas, a lo que la Secretaría de Estado respondió que no. Debían ofrecer una resistencia pasiva pero enérgica”, relata el autor del libro.
Para repeler el eventual ataque de los nazis, incluso se contempló el uso de las mangueras del cuerpo de bomberos. Finalmente, los alrededor de 200 hombres que componían la Gendarmería y la Guardia Suiza debían enrocarse en torno al Papa y defenderlo “hasta el sacrificio”, cuenta Catananti, que da “gracias a Dios” de que no fuera necesario aquel “martirio” previsto para defender a Pío XII.