Francisco ha interrumpido su confinamiento en el Vaticano durante casi hora y media para hacer frente a la epidemia del coronavirus con un gesto de creyente. El Pontífice ha rezado ante el icono de la Virgen María ‘Salus Populi Romani’ –salud del pueblo romano– en la basílica de Santa María la Mayor y ante la imagen del Cristo que libró a Roma de la ‘Gran Peste’ de 1522 en la iglesia de San Marcelo, en la céntrica Vía del Corso.
Estas dos imágenes tienen unas cuantas referencia en la devoción del pueblo romano ante las diferentes epidemias de peste que ha vivido la Ciudad Eterna. En el caso del icono de la que es la patrona del pueblo, se venera desde el siglo VI con este fin. Así, el Cristo ha sido procesionado en momentos difíciles para la población y ha presidido algunas de las liturgias penitenciales de los años santos.
Ante las epidemias
Según los medios vaticanos, con este gesto el Pontífice “ha querido enfatizar su cercanía con quienes sufren al ir a implorar la protección especial de la Virgen”, a la que ofreció un ramo de flores. “Después –ha declarado el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni–, haciendo un tramo de la Vía del Corso a pie, como en peregrinación, el Santo Padre llegó a la iglesia de San Marcelo, donde se halla el Crucifijo milagroso que en 1522 fue llevado en procesión por los barrios de la ciudad para acabar con la ‘Gran Peste’ en Roma”.
Con estas dos visitas, en el día que más muertes se han anunciado en Italia, el Papa “invocó el fin de la pandemia que golpea a Italia y al mundo, imploró la curación de tantos enfermos, recordó a las muchas víctimas de estos días y pidió que sus familiares y amigos encuentren consuelo y alivio”. Como en todas sus intervenciones al respecto, Francisco también recordó a los profesionales sanitarios y a los trabajadores que se están sacrificando en estos días.