El Papa ha expuesto el Santísimo Sacramento esta mañana al finalizar la misa desde la capilla de Santa Marta. Un signo inédito hasta ahora que se da en esta segunda semana en la que Francisco retransmite esta eucaristía que tenía carácter privada antes de la pandemia del coronavirus. Francisco rezó en silencio durante unos minutos, una adoración a Jesús sacramentado que concluyó bendiciendo con la custodia.
“Jesús nos dice que siempre tenemos que perdonar, y no es fácil”, reconoció el Papa durante la homilía de hoy: “Nuestro corazón egoísta siempre está apegado al odio, a la venganza, al rencor”. Francisco admitió también que “todos hemos visto destrucciones y odios familiares que pasan de una a otra generación, hermanos que delante del ataúd de los padres no se saludan porque llevan por delante rencores viejos”.
El tesoro del diablo
“Podría parecer que es más fuerte apegar al odio que al amor. Este es justo el tesoro del diablo, que se acomoda en nuestros rencores para hacerlos crecer y destruirnos, destruir todo por cosas pequeñas, sembrar el amor a no perdonar”, alertó.
“Dios no vino a condenar sino a perdonar y es capaz de hacer fiesta por un pecador que se acerca, olvidando todo el mal que hemos hecho. Algunos dicen que es la enfermedad de Dios: no tener memoria, es capaz de perder la memoria de todos nuestros pecados y sigue adelantó”, explicó para hacer una petición a continuación a los creyentes: “Dios nos pide hacer lo mismo: aprender a perdonar, no continuar con la cruz del odio”.
Reconciliación indispensable
A partir de ahí, el Papa detalló: “La generosidad de Jesús nos enseña que para entrar en el cielo hay que perdonar. Es condición para entrar en el cielo. Es más, nos dice: ‘Tú vas a misa, pero si cuando vas a misa te acuerdas de que tu hermano tiene algo en contra de ti, reconcíliate primero. No vengas con el amor hacia mí en una mano y con el odio hacia el hermano en la otra’”.
“Perdonar de corazón”. Es el mensaje que reiteradamente lanzó durante su homilía, lamentando que “hay gente que vive permanentemente condenando a los demás, hablando mal de ellos, siempre contaminando a sus compañeros de trabajo y sus familias, porque no perdona algo que no les ha gustado”.
Incluso ‘por interés’
Para concluir su alocución, reclamó un gesto a los católicos: “Cuando recibamos el sacramento de la confesión, primero preguntémonos si yo perdono. Si siento que no perdono, no hagamos falsedad, no pretendamos mostrar que queremos reconciliarnos. Pedir perdón significa perdonar, están juntas las dos cosas”. “Al menos, perdonemos por interés”, provocó el Papa con si se tratara de un alegato final: “Perdonar, porque si yo no perdono, no seré perdonado”.
En su plegaria diaria ante la cuarentena por el coronavirus, el Papa ofreció la misa por los mayores: “Quisiera que hoy día rezásemos por los ancianos, que sufren este momento de forma especial con una soledad interior grande y, a veces, con mucho miedo”. A partir de ahí, pidió a Dios “que les dé fuerza: ellos nos han dado la sabiduría y la historia: seamos cercanos a ellos con la oración”.