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Tíscar Espigares: “Como en la Cuaresma, la epidemia del coronavirus nos ha llevado a todos al desierto”





Ante este tiempo excepcional que ha traído consigo la crisis del coronavirus, la responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, Tíscar Espigares ha enviado un vídeo-mensaje en el que comparte una reflexión acerca de vivir la Cuaresma en una situación como esta “nueva, diferente y excepcional” como la del Covid-19.



“La Cuaresma recuerda los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, sometido a las tentaciones. En el fondo, la epidemia del coronavirus nos ha llevado a todos al desierto”, afirma Espigares. De hecho, como ella misma subraya, “Madrid parece un desierto, no se ve a nadie por las calles”.

Esta situación ha llevado a muchos a descubrir su propia “fragilidad, de la cual muchos no eran conscientes, inmersos, como casi todos estamos, en la abundancia y el bienestar”. Sin embargo, “no todos vivían en el bienestar”, ya que “los pobres saben bien lo que significa vivir en el desierto, lo que significa carecer de lo necesario”. Al igual que ellos, quienes son amigos de los pobres, “conocen también esa situación”.

“El desierto es, por excelencia, el lugar de las tentaciones”, continúa. “El miedo nos envuelve, nos hace sentir en peligro, rodeados de una amenaza invisible, como la de este virus, que nadie puede ver pero que puede infectarnos con facilidad”. Pero, si bien el miedo “nos advierte del peligro”, el amor “es lo único que puede ayudar a orientarnos y a afrontarlo”. “Por eso, en este tiempo de Cuaresma, debemos orientarnos con el corazón iluminado por la palabra de Dios”, ya que la Cuaresma es el tiempo “de volver al Señor con el corazón, y eso significa acoger cotidianamente su palabra”.

Reforzar el vínculo

Espigares recuerda en el vídeo, además, que, si bien “el decreto gubernamental de cara al coronavirus nos impiden celebrar la eucaristía y las oraciones como hacíamos normalmente”, estas circunstancias “nos invitan a abrir la habitación de nuestro corazónon, y a permanecer en la intimidad con el Señor que está a la mesa, y no quiere más que le abramos para sentarse a la mesa con nosotros”.

“Aunque estemos solos, con el Señor nunca seremos islas, porque él rompe todas las distancias y nos une a los hermanos, nos ayuda a decir ‘Padre Nuestro’, unidos a través de un vínculo espiritual no menos importante que el vínculo físico”, subraya. De esta manera, y con el objetivo de “reforzar este vínculo”, Espigares anima a los interesados a seguir la oración que la Comunidad retransmite de lunes a viernes por streaming, así como la celebración de la eucaristía. También se puede asistir para la oración personal a la parroquia de Nuestra Señora de las Maravillas (Madrid).

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