Con la ordenación de tres obispos para la Arquidiócesis de México, celebrada este día en la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes cuenta con un equipo de cinco auxiliares para gobernar pastoralmente una de las Iglesias particulares más grandes del mundo.
A su llegada en febrero de 2018, la Arquidiócesis de México contaba con ocho obispos auxiliares, cuatro de los cuales fueron nombrados como obispos de otras diócesis, tres más quedaron a cargo de las diócesis sufragáneas que se desmembraron del territorio arquidiocesano y a uno más el Santo Padre aceptó su renuncia por motivos de edad.
El cardenal mexicano tomó entonces la decisión de poner al frente de las ocho vicarías episcopales –antes encabezadas por un obispo auxiliar– a sacerdotes, y solicitó al papa Francisco cinco nuevos obispos auxiliares para ayudarlo en áreas estratégicas. Dos de esos obispos fueron ordenados el 25 de marzo del 2019, y este día, fiesta de san José, tres más recibieron la ordenación episcopal.
El equipo más cercano del cardenal Aguiar ha quedado conformado en un momento complicado, pues el primer gran reto será enfrentar la pandemia del coronavirus en la Ciudad de México, donde en los próximos días se espera que las autoridades decreten la fase 2 de la emergencia sanitaria.
El cardenal mexicano y su equipo vieron una pequeña muestra de lo que se les avecina, pues la ordenación episcopal contó sólo con un reducido número de asistentes debido a las medidas de prevención giradas tanto por las autoridades civiles como eclesiásticas para evitar las multitudes.
Pese a ello, la celebración se realizó de manera festiva con la participación de algunos obispos del país, sacerdotes de la Arquidiócesis de México y amigos y familiares de los nuevos pastores; unas mil personas, aproximadamente.
Al final de la celebración, se dio a conocer las responsabilidades de cada uno de los obispos auxiliares: Luis Manuel Pérez Raygoza, apoyará la Vicaría de Pastoral; Héctor Mario Pérez, la Vicaría de Laicos; Francisco Daniel Rivera la Vicaría del Clero; Carlos Enrique Samaniego López la Vida Consagrada, y Salvador González Morales como delegado en la Catedral Metropolitana y moderador de la Curia, asumiendo las funciones de vicario general que hasta este día había venido desempeñando Enrique Glennie Graue, quien fuera rector de la Basílica de Guadalupe en tiempos del arzobispo Norberto Rivera Carrera.
En su mensaje a sus nuevos colaboradores, el cardenal Aguiar les pidió vivir la humildad a ejemplo de san José, una cualidad indispensable para reconocer la intervención del Espíritu Santo a través de las actividades humanas y pastorales, y para facilitar la tarea de cuidar y proteger a la comunidad eclesial.
La humildad, les dijo, proporciona la capacidad de escucha, ya que el interés estará puesto en el bien de la comunidad y no en la búsqueda de nuestro confort. Y la capacidad de escucha facilita la relación de la Palabra de Dios y la vida, y este ejercicio genera el indispensable discernimiento comunitario y pastoral. “Así serán reconocidas las necesidades de la comunidad y serán tenidas en cuenta por la autoridad eclesial para toda planeación pastoral”.
También los llamó a tener fe y confianza en la Palabra de Dios, asumiéndola con espíritu de obediencia, como lo hizo san José. “Para ello será indispensable escuchar la Palabra de Dios no solo en privado, sino también en comunidad en sus distintos niveles: Colegio Episcopal, con su Presbiterio, con la Vida Consagrada y con los Fieles Laicos en sus distintas expresiones de organización”.