“Las expresiones de piedad popular y las procesiones que enriquecen los días de la Semana Santa y del Triduo Pascual, a juicio del obispo diocesano, podrán ser trasladadas a otros días convenientes, por ejemplo, el 14 y 15 de septiembre”. Así lo dispone el Vaticano en el decreto ‘En tiempo de Covid-19’ de reciente publicación por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El cardenal Robert Sarah, prefecto de este dicasterio, emite sus indicaciones generales y algunas sugerencias para los obispos ante el aluvión de cartas llegadas a su oficina a este respecto.
Tras informar sobre la fecha de la Pascua, que no puede ser retrasada; la misa crismal, que sí puede posponerse; y dar las indicaciones para el Triduo Pascual, el purpurado guineano concluye su carta con la solución de celebrar las procesiones al finalizar el verano.
Semana Santa en casa
El pasado 13 de marzo, tan solo unas horas después de que el Gobierno anunciara el estado de alarma en todo el país, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española dejaba claro en un comunicado que “las procesiones de este tiempo han de suprimirse”. “Esta situación nos convoca a una creatividad pastoral para ayudarnos unos a otros a vivir la Cuaresma y la Semana Santa de una manera nueva”, comentaban los prelados.
Tras el pronunciamiento, varias diócesis han comunicado que suspenden todos los pasos esta Semana Santa, decisiones tomadas no sin dolor, pero como una medida responsable para poner fin a la pandemia lo antes posible.
La pandemia del coronavirus ya ha provocado que la Prefectura de la Casa Pontifica haya lanzado un comunicado explicando que, “debido a la actual emergencia sanitaria, todas las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa se llevarán a cabo sin la presencia física de fieles”. En lo que es una decisión sin precedentes en la historia de la Iglesia universal.
Las celebraciones que el Papa presidirá a puerta cerrada son la del Domingo de Ramos el 5 de abril; la del Jueves Santo el día 9; Viernes Santo el 10 y el posterior Vía Crucis en el Coliseo Romano; la del Sábado Santo de Vigilia Pascual, y el Domingo de Resurrección con la tradicional bendición ‘Urbi et Orbi’.