El estadounidense John Connor es el primer director general no mexicano de los Legionarios de Cristo. Fue elegido durante el capítulo general concluido el pasado 1 de marzo, en el que esta congregación revisó el camino de renovación emprendido y publicó dos significativos documentos sobre la crisis de los abusos y la necesidad de acompañar a las víctimas: Conversión y reparación y Proteger y sanar.
“Necesitamos cambiar la cultura, la mentalidad y el chip”, explica Connor en una entrevista con Vida Nueva, en la que reconoce que este proceso lleva tiempo y que en el pasado “no supimos actuar y fuimos ignorantes”.
PREGUNTA.- ¿Qué destacaría del mensaje que les transmitió el Papa?
RESPUESTA.- Fue un discurso que nos ayudó mucho. Le estoy muy agradecido por el acompañamiento de la Santa Sede durante todos estos años. Recuerdo aquella entrevista del cardenal De Paolis en Vida Nueva, cuando decía que nos iba a sacar del túnel. Es una imagen muy buena.
También Gianfranco Ghirlanda (asistente pontificio) fue un hermano y un padre extraordinario. El Papa nos pidió que sigamos en el camino de la renovación, lo que ha supuesto un cambio de mentalidad. Para eso necesitamos ayuda. No podemos solos. Los cambios de cultura tardan tiempo y a las personas nos cuestan, pero hay que seguir adelante.
P.- Algunos de los legionarios que iban a participar como consejeros en el capítulo general no acudieron a última hora al verse implicados en casos de abusos. ¿Cómo se vivió esta situación?
R.- Las dos primeras semanas no fueron nada fáciles. Nos dedicamos a afrontar los abusos y la atención a las víctimas. Hablamos de todos esos temas todos juntos y con mucha apertura, de manera honesta y humilde. Dios nos ayudó a seguir adelante. Y publicamos dos documentos sobre esta cuestión, lo que supuso un gran espíritu de conversión entre nosotros.
P.- ¿Cómo pueden cambiar la marcha de los Legionarios esos dos documentos: ‘Conversión y reparación’ y ‘Proteger y sanar’? ¿Tenían ya preparados borradores?
R.- No teníamos borradores, pero sí el informe sobre los abusos de 1941 a 2019. Fue la base de nuestra conversación, profundizamos en él para darnos cuenta del daño que hemos hecho como institución a tantas personas y también cómo es nuestra realidad para seguir afrontando el problema.
El informe fue un primer paso, un paso importante. Nos dimos cuenta de que tenemos que seguir asegurando un ambiente seguro y darle una atención necesaria a la víctimas.
P.- ¿Por qué cree que sus hermanos le han elegido director general?
R.- No es fácil hablar de uno mismo. Tal vez los padres han puesto muchísima atención en la atención a las víctimas de abusos. Es algo sumamente importante, y creo que han pensado que puedo aportar mi experiencia en esta cuestión tan importante.
En mi misión en Estados Unidos intenté afrontar esos temas con claridad y firmeza. Tengo una personalidad directa y me gusta llamar a las cosas por su nombre como son, como las veo. No temo los conflictos ni las conversaciones.
P.- ¿Cómo era su relación personal con Maciel? ¿Cómo vivió cuando se conocieron sus pecados y delitos?
R.- No tuve una relación directa con él. Tal vez por eso puedo ocupar esta misión ahora. Cuando me enteré de su doble vida, estaba leyendo un libro sobre la misericordia de santa Faustina. Dios me dio así la gracia de librarme del rencor y me ayudó a buscar la verdad.
Lo que más me costó fue el sufrimiento de mis hermanos y ver a tantos de ellos saliendo de nuestra familia. Hubo un español que me ayudó mucho en mi vocación y que salió. Fue muy duro ver también la cadena tan brutal de víctimas y su sufrimiento.
P.- ¿Ha tenido usted trato directo con las víctimas?
R.- He tenido bastante experiencia. Al principio cuesta escuchar. Pero me ayudó mucho aprender a escuchar, entender y asimilar sus experiencias y sus heridas para poder amarlos más y atenderlos. Después de mi elección, una víctima de España me mandó un mensaje felicitándome.
Fue el resultado de una amistad que surgió de esa misma escucha. Somos amigos gracias a Dios. Tengo ilusión por seguir ese camino y, si Dios quiere, ayudar a mis hermanos en el mismo espíritu de escucha y aprendizaje. Tenemos que aprender a escuchar mucho más. Fue la lección del capítulo: hay que saber escuchar.