El burgalés Rafael Cob García, obispo de Puyo en la Amazonía ecuatoriana, ha querido mostrarse cercano a su comunidad con motivo de la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus. El prelado pide llenarse “de paciencia y de esperanza” ante el virus que “llena la cabeza de temor y miedo a muchos, de angustia y soledad y a otros de ansiedad”. Frente a ello, lo “que debe llenar nuestra vida y nuestro corazón no es ningún virus sino la medicina que lo puede combatir y hacer desaparecer, es Dios amor y misericordia”, reivindica.
Renglones torcidos
Comentando el dicho de que “Dios escribe recto en renglones torcidos” condena la “autosuficiencia y soberbia” de la humanidad, actitudes que reclaman la conversión. “Él trabaja enderezando nuestra vida y lo consigue cuando nos dejamos querer por su misericordia y guiar por su Espíritu”, apunta.
Una situación en la que aflora la propia pequeñez y buscando el lugar en el que se pueda “como pueblo y comunidad alzar su voz y su canto de alabanza, pero somos un pueblo confinado, con calles vacías y nuestros templos cerrados”. Y es que “Dios no nos ha dejado solos, pero ha querido que conozcamos la soledad”.
Para el prelado “Dios es nuestra sabiduría pero ha querido que reconozcamos nuestra ignorancia”, “Dios es nuestra esperanza pero quiere probar nuestra fe”, “Dios es el médico que nos cura y nos sana y nosotros somos los enfermos y a veces malos enfermos que no queremos dejarnos curar”…
“Que después del crudo invierno viene la florida primavera, que no hay cosecha si el grano de trigo no muere, que aprendamos una vez más, que el que le quiera llegar a la otra orilla, debe tomar su cruz y seguirle en el viacrucis de su pasión, hasta morir en la cruz, porque solo después del calvario viene la alegría de la resurrección”, concluye.