La Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR) analiza la compleja coyuntura que vive el mundo, cuya magnitud “no acabamos de comprender”, al tiempo que alienta a los religiosos a que “sembremos esperanza, motivemos a la unidad, a la expresión creativa del cariño de Dios“.
El diálogo entre Jesús y la samaritana, en el evangelio de Juan, es el marco en el que se sitúa el comunicado suscrito por la Presidencia, el Equipo de Teólogos y el Secretariado de la CLAR. “Imposible no sentirnos completamente identificados con Jesús”, dicen, reconociendo que “también nosotros, cansados del camino, reconocemos que tenemos sed“.
De cara a lo que está sucediendo, la vida religiosa latinoamericana pone su lupa en cuatro facetas de la coyuntura mundial:
“Una crisis económica, que pone a tambalear a las grandes potencias, que nos afecta a todos y que especialmente a los más pobres, los golpea con fuerza”, hace necesario tomar decisiones para controlar gastos y situarse con austeridad frente a la sociedad del consumo. Además, es imprescindible reflexionar “personal y comunitariamente la manera de vivir una solidaridad real con los más necesitados”.
No son los únicos matices de una realidad que interpela, pero sí son algunos de los más ‘áridos’ en el desierto que atraviesa la humanidad.
El llamado de la CLAR a “ir hasta lo profundo del pozo” conlleva abandonar las “seguridades que nos impiden ser para los demás” y, por tanto, no quedarse “en la superficie, en el escenario de quienes solo repiten, lo que las inclementes redes sociales no paran de decir”.
Dicho con otras palabras, en estos complejos tiempos “vivir para la vocación para la que hemos sido convocados” es imprescindible. Incluso, la CLAR sostiene que no es posible “desestimar el riesgo, relativizar el impacto, abrigados en nuestracondición de ‘súper seres humanos’”.
Encontrarse como hermanos, recoger los datos de la realidad, reflexionar y definir la manera de situarse ante ella, hace parte del itinerario para redescubrir el compromiso de la vida consagrada en esta hora. Todo ello desde una lectura de fe en la que “el Evangelio sea la óptica desde la cual leemos los acontecimientos“.
Desde su identidad, las religiosas y los religiosos latinoamericanos optan por ponerse del lado del cuidado de la vida. “No cabe la pasividad, las lamentaciones y mucho menos la indiferencia. Este es un tiempo propicio para salir de nosotros mismos y compartir el agua que tenemos”, afirma la CLAR.
En esta coyuntura, “lo que nos corresponde será empeñarnos en el arte del cuidado; cuidarnos unos a otros y cuidar de aquellos que se nos han confiado“, acentúan los directivos de la CLAR. Para ello, se hará necesario “buscar los medios razonables para el cuidado, sin exagerar y sin minimizar. Con discernimiento, pensando en el bien común y abiertos siempre a compartir”.
Al reafirmar que el cuidado de la vida es una prioridad, la CLAR invita a las religiosas y religiosos del continente a “esperar con confianza”. “Sembremos esperanza, motivemos a la unidad, a la expresión creativa del cariño”, será su bandera ante las actuales circunstancias. “Trabajemos con decisión por un mundo mejor y no olvidemos nunca que lo nuestro es dar la vida“.