Teledocencia y coronavirus. Dos términos con los que se titula un post del blog de Escuelas Católicas en el que se hace un llamamiento a reconocer la labor de los docentes, pero, sobre todo, a la comprensión y al acompañamiento durante este periodo en el que muchas familias se verán afectadas, tanto en su salud como en sus empleos.
“Hasta hace muy poco si nos hubieran preguntado la relación entre estas dos palabras no habríamos sabido responder. Hoy lo tenemos claro”, comienza el post. Y es que, la crisis del coronavirus ha obligado a todos los sectores, pero en especial a la docencia, a aprender y reinventarse por el bien del futuro: los niños y jóvenes. Ellos, de hecho, si bien no forman parte del llamado ‘grupo de riesgo’ frente a la enfermedad, los primeros que vivieron sus consecuencias en su rutina diaria y en su formación.
La situación, en muchos casos, ha obligado a los centros que forman parte de Escuelas Católicas a “transformar la educación de los centros en teleformación en tiempo record y no nos ha dado tiempo a organizarnos ni formarnos tan rápidamente o de la manera más eficaz y lógica”.
Pero se trata de una “situación extrema”. “Nuestro país nunca había pasado por algo así y estamos desorientados. No debemos ni podemos restar importancia al momento que estamos viviendo”, subraya la organización. “Es una situación grave que nos ha obligado a parar, a pensar, a actuar rápidamente en algunos casos y de manera mucho más lenta en otros”, afirman, ya que el coronavirus “ha hecho un examen sorpresa de transformación y madurez digital”.
“Hemos viralizado y comprendido que nos tenemos que quedar en casa”, apuntan. “Hemos salido al balcón a dar las gracias principalmente a los sanitarios pero también a todos aquellos que garantizan el transporte, el abastecimiento de alimentos y medicamentos, la limpieza, el orden y la seguridad, etc. Un largo listado de gente que está cuidando de nosotros, de nuestros hijos y de nuestros alumnos”.
En el caso del sector educativo, la solidaridad y la ayuda “no ha sido menor”. “Los medios sociales, una vez más, se han convertido en una red de colaboración y ayuda”, apuntan, y “muchas han sido las iniciativas institucionales e individuales que han ofrecido su tiempo y compartido su conocimiento”. Una solidaridad que, en definitiva, ha puesto en marcha una red de educación alternativa que llega hasta los domicilios de los alumnos, que continúan en confinamiento.