Con un semblante especialmente serio, el Papa comenzó la eucaristía matutina de Santa Marta rezando por los médicos, sacerdotes y enfermeras que han fallecido a causa del coronavirus “porque estaban al servicio de los demás”. “Oremos por ellos y por sus familias, y doy gracias a Dios por el ejemplo de heroicidad, en el cuidar a los enfermos”, imploró el Papa.
Durante su homilía el Papa denunció con contundencia la que considera una de las enfermedades de las que adolecen hoy los católicos: “La pereza es un veneno, es una nebulosa que atrapa el alma y no la deja vivir”.
El Papa alerto de cómo esta acedia refleja cómo uno está “enfermo del corazón, del espíritu, de tristeza”. “A veces no cometemos grandes pecados, sino que nuestro pecado es simplemente sobrevivir lamentándonos de la vida de la vida de los otros, el pecado de la tristeza, que es la semilla del diablo”, alertó durante su homilía.
Incapacidad de tomar decisiones
Para Francisco esta actitud instala a la persona en “la incapacidad de tomar una decisión sobre la propia vida y mirar la vida de los otros para lamentarse, ni tan siquiera para criticarlos: ellos van primero, yo soy una víctima de esta vida…”.
“Me hace pensar en tantos de nosotros, en tantos cristianos que viven este estado de pereza, incapaces de hacer nada, pero lamentándose de todo”, aseguró. Es más, el Santo Padre llegó a afirmar que “la pereza a también es una droga, porque si la pruebas de forma constante, te gusta y, al final, generas dependencia, como si fuera aire”.
Resbalar en la neutralidad
“Es un pecado muy habitual entre nosotros”, insistió, en tanto que arrastra hacia “una vida gris de este espíritu malo” frente al agua, “que Jesús utiliza para regenerarnos en el bautismo”.
“Si alguno de nosotros tiene el peligro de resbalar en este pecado de la neutralidad, ni blanco ni negro, no hemos de olvidar que es un pecado que el diablo puede utilizar para anular nuestra vida”, advirtió el Papa que rezó para que “el Señor nos ayude a comprender cuan terrible y maligno es este pecado”.