El prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, ha reflexionado sobre el valor y alcance de la oración en estos momentos de crisis por el coronavirus. Lo ha hecho, además, en una carta enviada a las Hermanas Clarisas de Asís en la solemnidad de la Anunciación, que se celebra hoy, 25 de marzo. Un mensaje escrito “en nombre de Jesús, que un día os llamó al confinamiento voluntario por amor”.
“¿Acaso no habéis sido bendecidas al caminar con Él en el corazón de la Iglesia peregrina, abriendo cada vez más vuestras almas a los secretos de Su Corazón?”, dice Ouellet. “A veces la gente piensa que habéis huido del mundo para disfrutar tranquilamente de la amistad de Dios”, escribe, dirigiéndose a la madre Agnes.
“La actualidad nos libera de esta mirada parcial”, ya que, tal como explica el cardenal, “esta hora en la que –a pesar del heroísmo de cuantos sirven en la sanidad pública–, tantas familias sufren la enfermedad y la muerte de sus seres queridos en la soledad sin poder acompañarlos ni decirles adiós, vosotras, contemplativas del Crucificado, estáis en las cabeceras de sus camas”.
Cuestiones esenciales
“Esta pandemia que nos confina en casa”, continúa, “es vuestra hora, la hora de la vida contemplativa que devuelve a la humanidad y a la Iglesia a Dios, a lo esencial de la fe, a la oración y a la comunión en el Espíritu”. “Vosotras, esposas del Cordero inmolado, estáis maternalmente inclinadas sobre los agonizantes del día y sobre los desesperados de la noche, e imploráis sobre todo dolor y toda muerte la consolación de la Esperanza que no defrauda”, añade.
Y es que, “ante la gran prueba actual”, cada persona es “interrogada por este parón mundial que se parece una cuaresma universal”. “El miedo al incontrolable contagio, el desplome financiero de la bolsa y la parálisis social obligan a plantearse preguntas más esenciales”, apunta, lo cual hace dejar de lado ideas superficiales en las que el mundo, hasta ahora, ha estado inmiscuido.