Hoy se cumplen 25 años de la promulgación de la encíclica de san Juan Pablo II ‘Evangelium vitae’, centrada en el valor y la inviolabilidad de la vida humana. Durante su audiencia general de este miércoles, celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico y sin presencia de fieles para evitar los contagios del coronavirus, el papa Francisco ha recordado esta aniversario ligándolo al Covid-19, que “amenaza la vida humana y la economía mundial”.
“Hoy, ante esta pandemia que estamos viviendo y que amenaza la vida humana, recordamos a tantas personas que se prodigan en el servicio a los enfermos, a los ancianos y de los que están solos”, dijo el Pontífice, advirtiendo a continuación que nuestras sociedades “necesitan que difundamos más allá de las emergencias, como la de ahora, esa cultura de la solidaridad, del cuidado y de la acogida, contribuyendo a crear un mundo cada vez más humano, con parresia en la palabra y valentía en las acciones”.
Es por ello que todas las personas están llamadas a responsabilizarse “del que sufre, del marginado, del que no es capaz de avanzar por sus propios medios, porque todos ellos tienen derecho a gozar de la plenitud de la vida, y para todos ellos la Iglesia debe tener entrañas de madre”. Pese a que nos encontramos en “la época de los derechos humanos universales”, siguen planteándose “nuevas amenazas” y “nuevas formas de esclavitud”, frente a las que las legislaciones de los países no son siempre capaces de responder para tutelar “la vida humana más débil y vulnerable”.
Una vez concluida su catequesis, el Pontífice recordó que este mediodía, los pastores de las distintas comunidades cristianas, junto a los fieles de las diversas confesiones, están convocados para rezar el Padrenuestro. “Unamos nuestras voces de súplica al Señor en estos días de sufrimiento, mientras el mundo está duramente puesto a prueba por la pandemia”, dijo Jorge Mario Bergoglio, que invitó además a todos los fieles a “participar espiritualmente” a través de los medios de comunicación, en el momento de oración que presidirá el viernes y que concluirá con la bendición Urbi et Orbi y la indulgencia plenaria.