La Evangelium Vitae es más “actual” que nunca, pero es todo el Magisterio de la Iglesia, en continuidad y evolución, el que hoy tiene palabras sabias y actuales frente a los desafíos de hoy. El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, subraya esto, relacionando los 25 años de la encíclica de san Juan Pablo II sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana con los desarrollos sucesivos del Magisterio de los Papas y con las emergencias de los meses del Covid19.
PREGUNTA.- Veinticinco años después de la encíclica, ¿qué parece más actual de lo que escribió Juan Pablo II?
RESPUESTA.- El documento de San Juan Pablo II es un gran himno a la vida. Es un fresco de gran alcance que declina la enseñanza perenne del Evangelio en los desafíos de esa época. Las amenazas a la vida humana son destacadas valiente y lúcidamente por el Santo Papa: el aborto, la eutanasia, la disminución de la natalidad, el asesinato y la pena de muerte –este último tema, entre otras cosas, retomado y actualizado continuamente por el papa Francisco. Pero sobre todo es la denuncia de lo que hoy en día el papa Francisco llamaría la «cultura del descarte». Y ya aquí entendemos que el Magisterio de la Iglesia se declina en el flujo de la historia, de un pontificado a otro, de una época a otra. En esencia y en resumen: todo el contenido de la Evangelium Vitae es más actual que nunca. Y debe seguir siéndolo vinculándose con los nuevos tiempos.
P.- Precisamente, Mons. Paglia, ¿en qué consiste hoy en día el “Evangelio de la Vida” que la Iglesia anuncia al mundo?
R.- Como enseñaba Wojtyla, no es el Evangelio lo que cambia; somos nosotros los que lo entendemos cada vez mejor. Y hoy vemos que los desafíos sobre el tema de la vida, que se captan en su principio y su fin, se extienden a todos los ámbitos de la vida humana. Y no solo en los individuos, sino, hoy en día, incluso a toda la familia humana. Este es el desafío que nos plantea hoy el Covid-19. Las condiciones ambientales políticas, económicas, sociales y culturales intervienen en la vida de todos y cada uno de nosotros en una perspectiva de bioética global.
P.- ¿Qué ha cambiado la Evangelium Vitae en la Iglesia?
R.- Ha colocado en el centro temas de la época, desarrollados más tarde por el papa Francisco. Ya hablaba, entre otras cosas, de la cuestión de la pena de muerte. Pero también, entre muchas otras, la importancia de la familia en el anuncio del Evangelio de la Vida y ha tenido un profundo efecto en el sentimiento eclesial.
Libertad y autodeterminación
P.- El papa Wojtyla denunció que la cultura justifica delitos contra la vida y la dignidad humana en nombre de la libertad, un tema muy actual. ¿Cómo se debe abordar hoy en día esto que se ha convertido en un “dogma” del mundo contemporáneo?
R.- Es necesario abandonar el malentendido de que la libertad se reduce a la autodeterminación: se trata más bien de la responsabilidad, que se basa en la constitución relacional de la persona. Lo que yo hago recae sobre otros y estamos unidos por un destino común. Ahora más que nunca, en este momento de medidas restrictivas para detener el contagio del Covid-19, podemos darnos cuenta de ello.
P.- En su opinión, ¿cuáles son hoy en día las amenazas a la vida humana sobre las que la Iglesia está llamada a desempeñar el mismo papel profético que hace 25 años?
R.- Las amenazas son globales. También aquí el coronavirus nos muestra esto. No solo las enfermedades, sino también la contaminación ambiental, la falta de bienes primarios como el agua, las posibilidades de desarrollo, la cultura, el cuidado, las políticas sanitarias. Se añaden también frentes que hasta hace unos años eran desconocidos. En concreto, las innovaciones de las tecnologías actuales permiten intervenciones inéditas en el cuerpo humano y en el ámbito sanitario. Sin mencionar las profundas modificaciones que la inteligencia artificial y los robots implican para nuestros hábitos mentales y relacionales, con un enorme impacto en el ejercicio de la libertad y las elecciones.
P.- ¿Qué dice el Evangelio de la Vida para ayudarnos a salir de la emergencia global en la que nos encontramos?
R.- Precisamente la pandemia global trae consigo una señal que no debe subestimarse: la humanidad en su conjunto tiene futuro. Y tiene futuro si toma en serio y protege y salvaguarda la existencia de cada uno. No es solo un mensaje cristiano, aunque la fe nos ayuda a comprenderlo y a hacernos responsables. Es, pues, un mensaje válido para todos los seres humanos. Me gustaría aquí recordar con gratitud a todos los que se comprometen en este sentido. Y recuerdo en particular al honorable Carlo Casini, recientemente fallecido. Su generoso testimonio nos anima y nos apoya.
La ‘elección’ de enfermos
P.- La encíclica de Wojtyla reafirma el valor y la inviolabilidad de toda vida humana, especialmente la más frágil. ¿Cuán actual es este principio en tiempos de coronavirus y de “elección” de enfermos?
R.- Podemos aprender que la vida se defiende y se sostiene reafirmando y actuando de forma que se potencie el derecho de todos a una existencia digna. Debemos abandonar el estilo individualista, inhóspito y anafectivo de nuestros vínculos: personales, económicos, políticos e institucionales. Que quede claro: la civilización de una sociedad se juzga por cómo trata a sus mayores. Si son los más débiles, deben ser cuidados incluso con mayor atención. Todas las personas merecen ser amadas y cuidadas.
P.- ¿Se percibe hoy en día la necesidad de una “nueva Evangelium Vitae”?
R.- Percibo la necesidad de un documento oficial de la Academia que retome las cuestiones fundamentales relacionadas con la vida humana según una doble dirección de novedad, metodológica y de contenido. Los grandes temas de la vida humana elaborados en la tradición eclesial deben ser retomados a la luz de las recientes intervenciones magisteriales, en concreto Caritas in Veritate y Laudato Si. Es una reflexión que deberá basarse en las Sagradas Escrituras y hacer uso de una multiplicidad de conocimientos, en una lógica transdisciplinaria (cf. Veritatis Gaudium) y en un diálogo sincero con todo aquel que se preocupe por la vida humana. Es un desafío fascinante, teológico, pastoral y humano. Estamos trabajando en esta dirección.