El Hogar Don Bosco Fambul, en Freetown, la capital de Sierra Leona, trabaja activamente en la acogida y protección de muchas menores sin hogar que están expuestas a la violencia y a la prostitución. Una labor en la que, en los últimos tiempos, también han tenido que hacer frente, con éxito, a otro reto: el ébola. De ahí que su experiencia sea clave a la hora de abordar la actual pandemia que amenaza al mundo entero.
En medio de la crisis del coronavirus, Alberto López Herrero, portavoz de Misiones Salesianas, recupera el testimonio del director del Don Bosco Fambul, el salesiano argentino Jorge Crisafulli, quien muestra en primer lugar su apoyo: “Nos sentimos muy cerca de España en estos momentos porque sabemos lo que es estar en cuarentena, el miedo a salir a la calle, ver morir a gente durante la epidemia de ébola… Por eso es más fácil empatizar”.
Aún no hay contagiados
Aunque aún no hay ningún contagiado por coronavirus en Sierra Leona, Crisafulli no las tiene todas consigo, pues “solo hay dos lugares para hacer test y la pobreza siempre ha hecho morir a gente por malaria, tuberculosis, hepatitis, sida…”.
Por ello, los misioneros salesianos están poniendo todo el foco en informar a todos aquellos con los que contactan en su día a día sobre cómo evitar posibles contagios: “Todos nuestros trabajadores sociales salen a diario para explicar cómo lavarse las manos, la distancia de seguridad o cómo taparse al estornudar”.
Prevención, la clave
Además, Crisafulli sabe perfectamente que la clave para salvar muchas vidas es la prevención. Así, ya tienen organizado hasta el mínimo detalle el plan que llevarían a cabo en cuanto llegara la noticia del primer positivo en el país: “Cerraremos las visitas a todos nuestros hogares porque son áreas verdes donde los chicos y chicas no están contagiados: los protegeremos poniéndonos en autocuarentena”. En cuanto a la escuela, “la convertiremos en un centro de atención y acogida para 400 chicos y chicas de la calle con las debidas precauciones para todos”.
Junto al hogar en Freetown, tienen otra sede a las afueras de la ciudad, donde ya viven las menores salvadas de la prostitución. Si la pandemia llega, “trasladaríamos allí a todos los menores de nuestros programas y convertiríamos la zona en área verde. Allí no entrará nadie que no haya pasado la cuarentena y dejaremos la obra de la ciudad para otras necesidades de urgencia”.
Abastecimiento
Eso sí, no está, ni mucho menos, todo el trabajo hecho: en las próximas semanas, su propósito es hacerse con una mayor cantidad de alimentos y material de limpieza y medicamentos.
El mensaje final de Crisafulli, cómo no, es de esperanza, tratando de extender esta a España: “Rezamos por vosotros y no tenéis que preocuparos porque todo va a terminar bien. Como decía san Agustín, toca rezar como si todo dependiera de Dios y trabajar como si todo dependiera de nosotros. Hay que tomar todas las precauciones y respetar las normas que se vayan dando. Así, dentro de poco, vamos a volver a sonreír y nos daremos un gran abrazo, no virtual sino real, porque Dios nos ha creado, nos ama y cuida de nosotros hasta en medio de una pandemia de coronavirus”.