Una gran polémica se ha desatado en Brasil tras las recientes declaraciones de su presidente, Jair Bolsonaro, quien se opone el cierre de escuelas y del comercio, y se ha plantado contra las medidas de cuarentena de algunos gobernadores para prevenir la expansión del Covid-19, argumentando que se trata de una tentativa de “histeria” y “pánico”, orquestada por “algunos medios de comunicación”.
Aunque el número de contagiados por coronavirus en el gigante latinoamericano ya casi llega a 3.000, con al menos 77 personas fallecidas por la enfermedad, Bolsonaro defiende que “nuestras vidas tienen que continuar” y “el sustento de los hogares debe ser sostenido“, por cuanto “debemos volver a la normalidad”. Asimismo, ha comparado el Covid-19 con una “gripecita” o “resfriadito”.
La Iglesia, por su parte, ha sumado su voz a la de amplios sectores de la sociedad que salieron a debatir las afirmaciones del mandatario. “Nosotros repudiamos, criticamos vehementemente la autoridad del ejecutivo nacional, cuando minimiza aquello que debe ser realizado con responsabilidad por nosotros“, ha dicho desde el arzobispo de Belo Horizonte, Walmor Oliveira de Azevedo.
Como presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, Oliveira de Azevedo afirmó que “la pandemia del Covid-19 no puede ser interpretada como una pandemia más de irresponsabilidad, inconsecuencia y falta de sentido humanista e irrespetuoso con la dignidad humana”.
Asimismo, el prelado reiteró su llamado a quedarse en casa, asegurando que “esa es la indicación de las autoridades sanitarias competentes y sensatas” y animando a trabajar para “ayudar a construir una sociedad justa y fraterna”, clarificando que “los trabajos deben mantenerse con las condiciones necesarias, resguardando y cuidando la vida de cada uno“.
Otros prelados de la Iglesia brasileña también han sido contundentes en su crítica a Bolsonaro. El cardenal Cláudio Hummes, presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), divulgó el 26 de marzo un comunicado en el que manifiesta su “profunda preocupación con respecto a la defensa de la salud del pueblo brasileño y de los habitantes de la Panamazonía“.
El cardenal lamenta “la ausencia de directrices seguras, competentes y sintonizadas con las recomendaciones internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por parte del gobierno federal de Brasil”, lo cual revela un “profundo irrespeto con el pueblo, en un momento de grave tensión.
Además, la preocupación del gobierno por “no perder la pujanza de la economía y del consumo”, refleja un “discurso reduccionista” que “defiende los intereses económicos de unos pocos y naturaliza la muerte de los más frágiles“, toda vez que las estadísticas se reducen al “cálculo de conveniencias para mantener la productividad”.
Con todo, la mayor preocupación del cardenal tiene que ver con la fragilidad de la Amazonía y de los pueblos indígenas, a quienes recomienda “tengan máxima prudencia y respeto riguroso de las indicaciones de la OMS”.
Es claro que “con la pandemia, se agravan aún más los ataques a ese territorio (la Amazonía), explotado de forma depredatoria y criminal por intereses económicos legitimados por el gobierno”, denuncia el cardenal Hummes.