Con dureza en sus palabras. Visiblemente enfadado. La homilía más crítica de cuantas ha pronunciado durante esta cuarentena. El Papa ha denunciado esta mañana el clericalismo que está percibiendo en plena crisis generada por la pandemia del coronavirus. “Tantas veces pienso en gente buena, en sacerdotes y religiosas que no tienen el coraje de ir a servir a los pobres. Pero, ¿qué les falta? Han perdido la memoria de pertenencia al rebaño, aquello que Jesús sentía en el corazón, sentirse parte del propio pueblo”, señaló durante la homilía en la eucaristía matutina de Santa Marta.
En un tono más duro de lo habitual en estas misas, criticó con dureza unos comentarios que dijo haber escuchado estos días: “¿Pero cómo estas religiosas y estos sacerdotes van donde los pobres? ¡Podrían contagiarse del coronavirus! ¡Dígale a la madre superiora y al obispo que no les deje salir! ¡Ellos están para los sacramentos! Pero, ¿dar de comer? Que se encargue el Gobierno… “.
Francisco alertó de que se considere a los más vulnerables como “gente de segunda clase” dentro de la Iglesia y criticó a quienes piensan que “nosotros somos la clase dirigente y no debemos ensuciarnos las manos con los pobres”.
Por el contrario, puso en valor a “tantos hombres y mujeres que, en el servicio de Dios, son valientes y van a servir al pueblo, que no se distancian del pueblo”. Así, puso como ejemplo a un párroco rural del que recibió una fotografía hace unos días: “En la nieve llevaba la custodia para llevar la bendición a los pequeños pueblitos. No le importaba la nieve ni que se le quemaran las manos en contacto con el metal de la custodia. Solo le preocupaba llevar a Jesús a la gente”.
“Pensemos cada uno de nosotros de qué parte estamos: si estamos con el sentir del pueblo de Dios, o si estamos con la élite que se distancia por el clericalismo”, advirtió Francisco, que apuntó a renglón seguido: “Tal vez nos venga bien a todos el consejo que Pablo da: Acuérdate de tu madre y de tu abuela. Si Pablo aconsejaba esto, es porque sabía el peligro que tenía ser elite”.
“La élite desprecia a Jesús, pero también al pueblo porque lo consideran ignorante, porque no saben nada, se distancian de ellos. Habían estudiado y eran ilustrados, pero habían perdido la memoria de la propia pertenencia al pueblo”, insistió, a la vez que apuntó que “el santo Pueblo fe de Dios cree a Jesús y le sigue. El pueblo de Dios tiene una gracia grande: el sentido de saber dónde está el Espíritu”.
Por otro lado, el Papa también alzó la voz por los otros damnificados del coronavirus más allá de los enfermos, los fallecidos y sus familias: “En estos días, en algunas partes del mundo se han evidenciado algunas consecuencias de la pandemia. Una de ellas es el hambre”.
Así lo manifestó al comenzar la misa: “Comienza a haber gente que tiene hambre porque no pueden trabajar, porque no tenían un trabajo fijo o por otras tantas circunstancias. Comenzamos a ver el ‘después de’ que veremos más tarde, pero que comienza ya”. “Oremos por las familias, que comienzan a sentir necesidades a causa de la pandemia”, imploró.